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Qué maravillosa era para ser influencer

Se DICE mucho de la caída de los influencers, lo cual puede ser cierto, de muchos sí, pero aquí estamos hablando de influencers verdaderos

OPINIÓN

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Cuando Eduardo VII abdicó al trono del Reino Unido, la verdad es que quedó en una situación bastante cómoda debido a las negociaciones que hizo con su hermano, el nuevo rey, de una jugosa suma a cambio de dejar el país, tanto que le alcanzó para comprarle a su esposa una colección tan vasta de joyería que se vendió en 56 millones de dólares a la muerte de ésta en 1986, y para volar diariamente de Fortnum and Mason a su exilio en Francia. Pero eso hubieran sido niñerías en la era de las redes sociales, donde lejos de tener que apegarse a una suma, aunque fuera grande, un ex rey y alguien tan ambiciosa como su esposa Wallis podrían haber hecho millones, es más billones. ¿Cómo? Como seguramente lo hará Meghan y como lo han hecho varios en los últimos tiempos.

El ejemplo obvio es la que a los 21 años hoy ostenta el título que en otros tiempos tuvieron Zuckerberg y Gates: Kylie Jenner, la multimillonaria más joven del mundo que se hizo a sí misma. Ella da muestra de que no se necesita ser una actriz o cantante famosa, su fortuna de más de 1 billón de dólares no se debe al reality en el que aparece, sino a la firma de maquillaje que lanzó en 2015. Su empresa sigue creciendo, pues incorporó una línea de cuidados para la piel y, aprovechando que ahora es mamá, lanzará una para bebés. Eso sin contar el millón de dólares que cobra por post en Instagram, similar a lo que cobran Ariana Grande y Kim Kardashian.

Y sí, la palabra influencer viene de alguien que influencia alguna compra y acción (por lo que de poco vale tener “millones de followers” si son comprados como es tan común en el mundo). Cuando Chiara Ferragni usó 3 vestidos Dior para su boda, las búsquedas de la marca se incrementaron 109%, después de que Serena Williams usó un vestido Off-White x Nike en el US Open la venta de los vestidos negros de tenis aumentó 108%.

Y la realidad es que a pesar de que tiene muchísimos detractores, Meghan Markle se colocó como la influencer de moda más poderosa de 2019, literalmente todo lo que usa se agota, el año pasado se realizaron más de 200 millones de búsquedas sobre lo que se pone. Y ahora que tiene carta abierta, imagínense lo que puede hacer, según la plataforma Lyst, se calcula que ha contribuido alrededor de $150 millones anuales a la moda británica usando sus marcas sin tener contrato alguno con ellas.

Markle no es ninguna novata en estos asuntos, con su blog The Tig ganaba unos 80,000 dólares anuales; piensen lo que le pagarían ahora en publicidad si lo reabre. Se ha dicho que Meghan y Harry quieren replicar la fórmula de los Obama, quienes han probado ser todos unos influencers de la política y han amasado millones a través de contratos de libros, conferencias y producciones con titanes como Netflix y Spotify. Y en realidad ellos tienen algo que los hace muchos más valiosos que los Obama: son de la realeza, ellos lo saben y se han esforzado por registrar su marca Sussex Royal, y cuando lo logren, podrán comercializar millones de artículos con ella. El mar de posibilidades de esta pareja es infinito, tan sólo una biografía de Harry podría darle 15 millones.

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POR ARIADNE GRANT

ARIADNEG@HOTMAIL.COM

@ARIADNEGRANT

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