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Apátridas, aunque nacieron en México

Miles de mexicanos deportados no tienen acta de nacimiento y su reintegración social es un infierno

OPINIÓN

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En los últimos años creció en México un nuevo perfil de personas: apátridas en su propio país. Gente que emigró a Estados Unidos en la infancia sin un acta de nacimiento porque sus padres no los registraron y no tienen documentos que los identifique como ciudadanos mexicanos cuando son repatriados.

Las principales causas de la apatridia en el mundo están relacionadas a la discriminación por raza, etnia, religión, idioma, género (en 25 países, la legislación no permite a las mujeres transmitir su nacionalidad): por una mala redacción de las leyes o porque algunos Estados desconocen a sus ciudadanos que emigran.

La agencia de la ONU para los refugiados aclara que no tener documentación no es lo mismo que ser apátrida, pero alerta que, "no contar con un registro de nacimiento conlleva el riesgo de serlo" y eso es justo lo que pasa con miles de mexicanos deportados o retornados por su propia voluntad ante las políticas discriminatorias en Estados Unidos.

En 2015 la organización civil Be Foundation calculó que en la Unión Americana vivían alrededor de 200,000 mexicanos sin acta de nacimiento (doblemente invisibles, los llamó) y empujó con éxito en el congreso de lado sur de la frontera una modificación legal para que en los consulados pudieran hacer los documentos de manera extemporánea.

El cambio fue aplaudido con bombo y platillo en un evento en Los Pinos donde, por cierto, se armó un escándalo: echaron del recinto a uno de los promotores de las actas extemporáneas —el ahora diputado de la comisión de Cultura y actor Sergio Mayer— porque había ridiculizado al entonces presidente Enrique Peña con su interpretación en la película La dictadura perfecta.

Sea porque pesó más el chisme o porque las campañas de información entre los paisanos no fueron eficientes, el caso es que miles de mexicanos siguen sin acta de nacimiento a su regreso y su reintegración a la sociedad es un infierno. No tienen acceso a la educación, a la atención médica, al matrimonio, a registrar a sus hijos, a oportunidades laborales…

Alexis López, un muchacho de 25 años, cuenta que ha pasado días sin comida ni techo porque no le dan trabajo sin identificación. Otro hombre de 56 años que vivió hasta hace dos meses en Estados Unidos está al borde de un colapso mental (algunos temen lo peor ante la depresión) porque sólo habla inglés y no le entienden ni pío en el registro civil de Arcos de Belén.

Pero aún en español, los burócratas de todo el país retozan en trabas para los repatriados: ora un papel, ora el otro. Dale que paga, que lo llenaste mal o que mejor vengan los padres a testificar, ¿que viven en EU? Pues así no se puede: la sensibilidad en el servicio público es nula.

En los hechos se puede decir que ya se institucionalizó en México un nuevo tipo de apátrida: por falta de voluntad, leyes y reglamentos que haga personas a sus connacionales repatriados.

POR GARDENIA MENDOZA
*PERIODISTA
ORBE@HERALDODEMEXICO.COM.MX


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