Varios CEOs globales empezarán a viajar a México en las siguientes semanas para analizar el alcance del impacto de las políticas gubernamentales en sus sectores.
En turismo, aviación y la industria hotelera, por ejemplo, continúa la decepción por la cancelación del aeropuerto de Texcoco, sin que se vea con claridad el alcance potencial del sistema aeroportuario que incluye a Santa Lucía, Toluca y la CDMX.
En energía, la más afectada de las industrias, sobrevive el desencanto por la cancelación de los farmouts, las subastas eléctricas, las rondas… básicamente el juego cambió sin que se esté invitando a la industria privada a uno nuevo.
En el sector farmacéutico ya se ha viso el desajuste por la cantidad de registros sanitarios bloqueados en la Cofepris.
En alimentos y bebidas, el madruguete de la semana pasada en cuanto a las normas del etiquetado ha sido visto como una imposición autoritaria. En el sector de la construcción hay desasosiego porque no se levanta la parálisis gubernamental.
En el sector agrícola y de fertilizantes va ganando el argumento antiempresarial, pronaturaleza.
En las industrias de servicios digitales hay temor por la oleada impositiva. En el sector automotor hay incredulidad por la inacción gubernamental. Y de la industria de plásticos ya ni hablamos…
Esta colección de impactos negativos fue aderezada hace unos días cuando el Presidente habló de “precios justos” y “utilidades razonables”.
El sector privado no puede, bajo las circunstancias actuales, operar sus negocios de manera regular, porque no es posible saber en qué momento aparecerá una nueva disposición regulatoria adversa.
De hecho, una gran proporción de gente ya está en modo de alerta.
Los empresarios no entienden cosas básicas: ¿por qué la secretaria Graciela Márquez dijo a varias empresas en Davos que mejor las veía en México; por qué Alfonso Romo canceló intempestivamente su viaje a Suiza; por qué Javier Jileta, encargado en la cancillería de la iniciativa “Impulso Económico Global”, para atraer inversión al país, tampoco acudió?
El gobierno de AMLO parece no reparar en que la confianza para invertir no regresará en tanto no haya homogeneidad de políticas a favor de las empresas.
Si el gobierno insiste en caprichos derivados de las prioridades personales del Presidente, o en actuar en contra de los grandes capitales bajo el prejuicio de que las utilidades son detestables o de que sus productos dañan a la gente, AMLO empezará a ser caracterizado como el gestor de un socialismo antiempresarial.
Y entonces sí, adiós a la inversión.
HVS FORO TURISMO
La firma de consultoría del sector turístico HVS, encabezada por Richard Katzman, realizará el 20 de febrero una cumbre para entender lo que ocurre en México, en un entorno en el que los inversionistas “suenan las alarmas”.
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POR CARLOS MOTA
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