Haz tu denuncia aquí

Un florero

Ojalá que las decisiones se corrijan antes de seguir mancillando libertades y derechos. Aunque no esté de moda, tenemos que defender el liberalismo

OPINIÓN

·

El liberalismo es démodé. Cada vez se ve más lejos el verano del 89, cuando el anhelo de libertad derribó el muro de Berlín; o cuando meses más tarde Williamson recogió, en una servilleta, las lecciones de la economía para generar crecimiento económico y que ahora conocemos como el Consenso de Washington. Hoy —y de manera pertinaz en América Latina— hay un desencanto con la democracia liberal que, si bien ha elevado el bienestar de los individuos, no ha logrado eliminar la desigualdad social.

A los nacidos en los ochenta los tienen embelesados los regímenes autocráticos donde los designios de una sola persona tienen ascendencia absoluta sobre el destino de los demás. Los de menos luces se han maravillado con los logros pírricos de regímenes como el venezolano o cubano. En América Latina, el apoyo a la democracia cayó a 48% en 2018; en Europa, el voto por partidos iliberales se multiplicó de 7 a 20% en los últimos 15 años; y en Estados Unidos, sólo 29% de los menores de 40 confía en el régimen democrático.

El desencanto con la democracia no es el único problema. Yuval Noah Harari, en sus 21 Lessons for the 21st Century, ha detonado un debate sobre las amenazas de la tecnología a la libertad. Las empresas que tengan el suficiente entendimiento biológico y poder de cómputo podrán jaquear a personas al predecir preferencias y acuñar sentimientos. No será descabellado que el Estado o Google lleguen a tener un conocimiento mucho más profundo del que tenemos sobre nosotros mismos.

Las nuevas tecnologías son cada vez más invasivas de la privacidad y facilitan que el Estado conozca gustos y preferencias, compras, lugares frecuentados, hábitos y vicios, cuántas cervezas tomas a la semana y los cigarrillos que fumas, las llamadas que haces y los temas que abordas. En China, los ciudadanos son premiados o castigados de acuerdo con sus hábitos de consumo.

En el acontecer nacional, ésta fue una mala semana para las libertades individuales. El hostigamiento hacia el INE por los datos del padrón electoral es una medida a todas luces arbitraria. El muro que ha formado la Guardia Nacional en la frontera sur representa un tratamiento criminal para los migrantes que se han trasladado de manera pacífica y sólo buscan una vida mejor. El embate contra los migrantes contraviene —por designios de Trump— la tradición mexicana de amparar a los desvalidos del mundo. Y, por si fuera poco, el Instituto de la Marihuana amenaza con generar un monopolio estatal y suprimir los beneficios sociales de la acertada legalización de la cannabis.

Ojalá que las decisiones se corrijan antes de seguir mancillando las libertades y los derechos. Aunque no esté de moda, tenemos que defender el liberalismo, nos sobran las razones. Incluso a contracorriente, debemos construir un debate serio y abierto sobre el devenir de la humanidad.

Por cierto, nunca confíes en un florero.

[nota_relacionada id=824573]

POR ALEJANDRO ECHEGARAY

CONSULTOR

@AECHEGARAY1

eadp