El 18 de enero de 2015, Alberto Nisman fue encontrado sin vida en el baño de su departamento. El fiscal investigaba el atentado terrorista sucedido en Buenos Aires en 1994 a la mutual judía AMIA que produjo 85 muertos. Cuatro días antes, Nisman denunció una conspiración que implicaba a la entonces presidenta, hoy vicepresidenta argentina, Cristina Fernández y al Estado de Irán.
La denuncia se basó en el memorándum de entendimiento, donde según las escuchas de la fiscalía, se pactó tácitamente desviar la investigación y encubrir a un grupo de sospechosos, en especial al agregado cultural de aquel país Moshen Rabbani, del atentado terrorista a cambio de mayor influencia geopolítica.
Ya en 2017, las autoridades judiciales habían determinado que la autoría intelectual correspondía a altos funcionarios de Irán y la autoría material a un suicida de Hezbolá. Lo anterior fue negado por Irán. Resulta extraño que Nisman apareciera muerto sólo cuatro días después de denunciar el encubrimiento, y un día antes de comparecer en la Cámara de Diputados.
En 2015, 10 especialistas forenses de la Policía Federal y 10 peritos de la Corte Suprema argentina concluyeron que “no existía certeza pericial para considerarlo un homicidio”, por lo tanto, determinaron que Nisman se suicidó y se disparó él mismo en el baño de su departamento. Dos cuestiones son importantes de señalar, la primera, lo conveniente de su muerte días después de presentar la denuncia y un día antes de comparecer en la Cámara de Diputados, la segunda y más importante, el hecho de no haber encontrado pólvora en sus manos ni rastros de sangre en sus brazos.
En 2015 inició el juicio, en 2017 cambió la hipótesis, 24 expertos en medicina legal y balística de la Gendarmería concluyeron que Nisman fue asesinado. La tesis: dos atacantes entraron en su departamento, lo sometieron, lo drogaron y lo llevaron al baño, lo colocaron frente a la bañera, con el torso erguido y la rodilla derecha apoyada en el piso. Un atacante lo sostuvo mientras el otro le disparó, tiró el arma donde fue hallada y salió del baño, el otro atacante acomodó el cuerpo tal y como fue encontrado.
Los tribunales de segunda instancia ratificaron lo anterior, así como determinaron que había sido asesinado por consecuencia directa de la denuncia que presentó en contra de la expresidenta.
El presidente de Argentina Alberto Fernández hace días manifestó: “Las pruebas acumuladas no dan lugar a pensar que hubo un asesinato y la pericia de la Gendarmería parece carecer de todo rigor científico”.
Dos instancias judiciales sostienen lo contrario, declaran homicidio basado en dictámenes periciales. A la fecha, el suicidio–homicidio sigue sin encontrar la verdad jurídica y se divisa un claro intento de influir por parte del Poder Ejecutivo al Judicial, la realidad es que a la fecha no existe justicia ni para a las víctimas del atentado, ni para Nisman.
La justicia ausente.
POR JOSÉ LAFONTAINE HAMUI
ABOGADO
@JOSE_LAFONTAINE
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