El pleito entre la embajadora Martha Bárcena y el canciller Marcelo Ebrard, cuyo supuesto móvil es la lucha para que éste sea destituido y ella lo reemplace, es sólo el más reciente, abierto y público en el confrontado y grillo gabinete de Andrés Manuel López Obrador, cuyos latentes ceses y reemplazos aún no tienen fecha.
Ante la mirada del Presidente, que la ha dejado escalar, la guerra de poder que libran la representante de México en Washington y Ebrard inició desde el arranque del gobierno, cuando el canciller la marginó de la estratégica relación con Donald Trump y el episodio más reciente fue el reclamo público de ella al ninguneo en la reunión anual del cuerpo diplomático.
Las desafiantes respuestas de Bárcena al supuesto maltrato del canciller podrían ser motivo de llamados de atención y aun de remoción por parte de él como su jefe jerárquico, pero en la SRE se atribuye esta conducta a su relación familiar: su esposo, el diplomático Agustín Gutiérrez Canet, es tío de la esposa de López Obrador, Beatriz Gutiérrez Müller. El problema para los mexicanos es que se trata de una de tantas riñas en el gabinete que ya inciden negativamente en la gestión pública y López Obrador no ha hecho cambios para, conforme a su estilo de ejercer el poder, no dar señales de debilidad ante sus adversarios.
El Presidente no ha despedido, hasta ahora, a ningún miembro de su gabinete. Los que se han ido es porque renunciaron: la secretaria del Medio Ambiente, Josefa González Blanco, se fue el 25 de mayo, cuatro días después de que Germán Martínez Cázares dejó la dirección del IMSS, y el 9 de julio lo hizo el secretario de Hacienda, Carlos Urzúa. Las riñas en el gabinete son la cotidianidad, con el agravante de que contagian hacia debajo de la estructura y con un ingrediente adicional: la disputa que en Morena ha desbocado las ambiciones de diputados y senadores, cuyo caos condujo a la nulidad de su proceso interno para renovar su dirigencia nacional.
Desde el inicio del gobierno, que va para 13 meses, es inocultable el pleito entre la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y el director de Pemex, Octavio Romero Oropeza, semejante al de Olga Sánchez Cordero, secretaria de Gobernación, con el secretario de Seguidad, Alfonso Durazo, y el consejero jurídico, Julio Scherer Ibarra.
Contra Sánchez Cordero hay una campaña para que sea removida y se identifica como el origen de la misma a Ricardo Monreal, coordinador de los senadores de Morena, quien también combate a Yeidckol Polevnsky.
El jefe de la Unidad de Inteligencia Financiera, Santiago Nieto, también ha generado pleitos en el gabinete, aunque el más fuerte es, con un ente autónomo, el fiscal Alejandro Gertz.
Hay un pleito en curso entre SCT y Marina, derivada de la iniciativa de ley que pretende quitarle el control de los puertos a la primera y darlos a la segunda que, para la dependencia de Javier Jiménez Espriú, representa una “militarización” propia “de gobiernos dictatoriales”.
Y lo cambios no llegan…
POR ÁLVARO DELGADO
ALVARO.DELGADO@PROCESO.COM.MX
@ALVARO_DELGADO
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