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De sustos ya hubo suficiente

El Parlamento británico truncó la intención de Boris Johnson de llevar a cabo un Brexit sin acuerdo y anticipar las elecciones generales

OPINIÓN

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De unido no tiene nada.

La fragmentación política frente al Brexit tiene a Reino Unido más separado que nunca. Lo que un día se concibió como un referendo claramente inclinado hacia la cohesión, hoy supone una amenaza casi, inevitable. Es en esta condición de casi en la que la oposición del ahora primer ministro británico (PM) Boris Johnson lucha por la supervivencia de un acuerdo que prive a la isla de caer al fondo del mar.

Mediante una nueva ley, apuestan por tres meses de prórroga que permita afianzar las negociaciones con quien está a punto de convertirse en su ex: la Unión Europea (UE). Mientras que para muchos se trata de un alivio, para otros no es más que un intento sin sustento. Especialmente para el jefe de Gobierno, quien se encargó de hacérselo saber al mundo entero. Anunció que no seguirá las instrucciones de la nueva ley, puesto que preferiría estar "muerto en una zanja" antes que solicitar un retraso de la salida del Reino Unido de la Unión Europea.

Es tal el extremismo formulado alrededor del Brexit, que su propio hermano, Jo Johnson, renunció (el pasado jueves) a su cargo como diputado en la Cámara de los Comunes y secretario de Estado de Universidades al aceptar que estaba "dividido entre la lealtad familiar y el interés nacional".

Lamentablemente, la situación va mucho más allá del drama familiar.

Las consecuencias políticas y económicas de cortar lazos con el bloque europeo se pintaron peor cuando salir sin acuerdo pasó de ser posible a ser probable. El círculo vicioso entre la incertidumbre y la devaluación de la libra esterlina, la fuga de capital, el debilitamiento del mercado laboral y del sistema de impuestos, así como los recortes de presupuesto de los servicios públicos, disparan el pronóstico de una insoportable crisis de gobernabilidad.

Consciente de ello, el Parlamento británico truncó la intención de Johnson de llevar a cabo un Brexit sin acuerdo y anticipar las elecciones generales; contrarrestando su solicitud aprobada por la reina, de suspender las sesiones hasta el 14 de octubre, lo cual reduce el margen de la oposición para evitar una salida sin consenso.

A pesar de los esfuerzos contra el conservadurismo torie, los papeles de divorcio estipulan el 31 de octubre como una fecha de salida en caso de que no se concrete un pacto entre Londres y Bruselas para el 19 del mismo mes. Sin embargo, de respetarse la ley introducida por el diputado laborista Hilary Benn y rechazada por el primer ministro Boris Johnson, el plazo se extendería al 31 de enero de 2020.

Y aunque ganar tiempo no garantiza un mejor resultado, por lo menos no caería en pleno Halloween. Después de todo, de sustos ya hubo suficiente.

POR CAMILA GÓMEZ DÍAZ BARREIRO
@CAMILAGOMEZDB

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