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La costosa inacción ambiental

OPINIÓN

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Esta es la postura que han asumido millones de jóvenes alrededor del mundo frente a los efectos que produce el calentamiento global. Las huelgas climáticas reventaron el pasado viernes, reuniendo estudiantes y trabajadores decididos a poner fin a la forma tradicional de hacer negocio. ¿En qué consiste business as usual desde la óptica ambiental y por qué conviene frenarlo?
Se trata del esquema antiambientalista bajo el que la iniciativa privada y pública generan retorno. En este sentido, los jóvenes han lanzado un mensaje fuerte y claro: “este no es trabajo de una sola generación, es trabajo de la humanidad”. Bajo el liderazgo de Gretta Thunberg, una sueca de dieciséis años, los movimientos sociales conocidos como Fridays for Future que iniciaron afuera del Parlamento en Suecia, se han contagiado en todo el mundo. Entre el 20 y el 27 de septiembre, alrededor de 4,600 manifestaciones se llevarán a cabo en 139 países.

La “justicia climática” percibe a la crisis no solo como una problemática ambiental, sino como una obligación ética. Según estudios de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) sostener el modus vivendi se traduce en un pronóstico desastroso: Rendimientos agrícolas reducidos, aumento del nivel del mar, fenómenos meteorológicos extremos y mayor prevalencia de algunas enfermedades infecciosas.

La oleada de acción septembrina ha alcanzado hasta a la sede de Naciones Unidas en Nueva York, donde el Secretario General, António Gutérres, retó a los líderes del sistema internacional a definir y compartir planes de acción concretos y realistas para reducir las emisiones de efecto invernadero.

Pero ¿realmente existe algún incentivo económico para romper con el modelo tradicional de negocio? Si bien los costos económicos y de bienestar de la inacción se desconocen, se estima que la ausencia de formulación y práctica de políticas públicas podría equivaler a una pérdida permanente de 14.4% en el consumo mundial promedio per cápita. Esto desaceleraría los mercados en un abrir y cerrar de ojos. Por otra parte, retrasar la mitigación de la crisis hoy, significaría recortes más grandes mañana para lograr el mismo objetivo: simplemente más costoso que adoptar un enfoque gradual desde ahora.

Si las políticas de mitigación climática se comienzan a implementar progresivamente, evitarán el desecho innecesario de capital, con costos iniciales bajos. A corto plazo, podrían estimular la economía reduciendo algunos gastos de inversión en carbono. A largo plazo, la crisis podría revertir el déficit considerable de fondos del gobierno que se ha producido en varios países, mediante los posibles ingresos fiscales derivados de la fijación de precios del carbono, reduciendo así los costos de bienestar y a su vez elevando la calidad de vida.

El costo de la inacción ambiental va más allá de los desastres naturales: repercute en la misma economía que la promueve. Tal vez partiendo desde aquí, se esclarece la ironía de sostenerla.

Por: Camila Gómez Díaz Barreiro
@camilagomezdb

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