La rebelión de los miembros de la Policía Federal le echó a perder la fiesta al presidente Andrés Manuel López Obrador y al secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, quienes apenas el domingo pasado calificaban de un hecho histórico el abanderamiento de la Guardia Nacional y presumían que marcará el inicio del fin de la violencia en nuestro país; prometían también mejores salarios y prestaciones para todos sus integrantes, entre ellos, los miembros de la Policía Federal que pasaron a formar parte de la nueva institución para combatir la delincuencia organizada y desorganizada.
¿Quién miente? El gobierno o los federales fifís, como los calificó el comisionado del Instituto Nacional de Migración, Francisco Garduño, nada más porque se quejaron de que los quieren tratar como animales.
Lo preocupante es que Durazo pretenda ocultar su ineptitud y se niegue a reconocer que el asunto se le salió de control, con argumentos como los que ha expuesto, de que la rebelión fue un problemita de “desinformación”; que el movimiento de policías ha sido aprovechado por críticos del sistema y grupos de interés ligados a la corrupción en la corporación; que “no es casual que uno de los propios representantes solicitara que Felipe Calderón fuera su representante sindical; que es evidente el activismo de algunos políticos pretendiendo sacar raja de este tránsito de la PF a la Guardia”, y otros que vendrán.
Apenas el domingo, el general, perdón, el secretario Durazo, se deshacía en elogios hacia los integrantes de la multicitada Guardia, entre los que existen miles de la Policía Federal: “Su abnegación y determinación, su dedicación y coraje, su compromiso y esfuerzo, sus valores y disciplina forman el código moral de la Guardia Nacional. Si no los hubiesen observado en sus cuerpos de origen no estarían aquí, pero su verdadera grandeza está en el sentido del deber, en su disposición a dar hasta su propia vida para salvaguardar la nuestra. Por esas razones, entre otras, millones de mexicanos tenemos puestas en ustedes las esperanzas de vivir en paz. Están llamados a hacer época, a despertar admiración y reconocimiento social; a partir de hoy serán motivo de paz y tranquilidad para todo un país.
Esta responsabilidad histórica, reservada para ustedes, irá siempre acompañada de todos los recursos del Estado mexicano. Seguiremos a su lado hasta coronar con éxito la misión de garantizar la paz y la tranquilidad que hoy ponemos en sus manos”. Ayer el mismo Durazo los bajó de la nube, y los acusa de estar al servicio de los corruptos.
Igual de preocupante es que el primer mandatario insista en que “hay mano negra” porque según él quienes dirigen el movimiento “no trabajan en la Policía Federal…pertenecen a otro tipo de organizaciones”. De paso aprovechó para anunciar que los rebeldes que sí pertenecen a la Guardia Nacional serán despedidos. “No pierden su trabajo, pero ya no deben regresar a la Guardia Nacional porque esas indisciplinas no se deben de permitir”, dijo.
¡Organícense, organícense! Piden los críticos del sistema.
POR LUIS SOTO
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