Mujeres al borde de un ataque de nervios fue la película que me convirtió en espectadora cautiva de todo su trabajo y entonces me di a la tarea de seguirlo siempre.
No me pierdo ni una de sus películas y tengo que reconocer que la única vez que me ha decepcionado ha sido con Los Amantes Pasajeros. Pero siempre que Almodóvar estrena algo yo salgo muy tocada de la sala porque tiene esa aguda facultad de hacer un cine que, como flecha, se va directo al corazón y a la cabeza.
Este jueves 4 de julio estrena su más reciente trabajo Dolor y Gloria y lo primero que tengo que decir al respecto es que no pudo haber elegido mejor título para definir su más reciente filme.
Se trata de un trabajo valiente por parte del director porque, una vez más, abre un poco la puerta para que nos asomemos a lo más profundo de su alma como ya lo había hecho con La Mala Eduación y Tacones Lejanos desvelando pasajes de su infancia y adolescencia. Ahora aflora esa intimidad de la etapa madura a través de la historia de Salvador Mallo, un director de cine interpretado por Antonio Banderas soberbiamente.
Entre los muchos aciertos de Pedro Almodóvar siempre hay que destacar que es un gran director de actores. Solo él, por ejemplo, le ha sacado un jugo a Antonio Banderas que Hollywood jamás ha logrado. Y en Dolor y Gloria no es la excepción, el actor malagueño está digno de aplauso de pie.
Además, ¡qué bonito el homenaje que Almodóvar le rinde al séptimo arte a través de este drama que no pierde algunos picos de comedia! Y toda la cinta está colmada de los muy característicos elementos “almodovarescos” desde lo visual -como la fotografía y la dirección de arte- hasta lo más profundo del argumento.
Almodóvar vuelve a proponer una historia sobre la complejidad en las relaciones humanas, haciendo énfasis nuevamente en la relación madre-hijo, y en donde, aunque los protagonistas de Dolor y Gloria son hombres, todo el drama se rodea del peso e infuluencia que notoriamente han tenido las mujeres en la vida del realizador.
Me he cuestionado muchas veces por qué admiro tanto a Pedro Almodóvar. He concluido que porque es un director arriesgado que siempre propone algo, como la “autoficción” en el caso de Dolor y Gloria; y porque sin dejar de ser fiel a su muy particular estilo de hacer y contar historias, siempre, siempre, se reinventa y renace en la pantalla grande.
No puede pasar inadvertido de su elección en la cartelera este regalo que nos hace el español porque cuando se encuentren de frente con Salvador Mello en la gran pantalla y se metan en su piel, comprenderán, igual que yo, que por más dolorso que pueda ser el camino, cuando se alcanza la gloria, todo habrá merecido la pena.
Por ATALA SARMIENTO
El arte de reinventarse
Yo era aún una adolescente cuando conocí por primera vez el trabajo del realizador español Pedro Almodóvar