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Pemex: juego de espejos

Es momento de preguntarnos si para nuestro imaginario colectivo el petróleo es lo que significó en 1938

OPINIÓN

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Resulta desconcertante el comportamiento de la mayoría de los mexicanos. Sólo son solidarios en la desgracia, por lo regular nada más ven para su santo. Viven en el individualismo propiciado por la actitud de los gobernantes, los deja curados de espanto. Aunque ahora están embelesados por la narrativa del poder.

Las historias individuales están pletóricas de éxitos: en el deporte, matemáticas, robótica, medicina, cine, literatura, pintura, arquitectura… la lista puede extenderse; sin embargo, cuando se requiere de un esfuerzo adicional para crear comunidad de intereses, para defender con inteligencia y presencia los derechos consagrados en la Constitución, el encanto se rompe, las rencillas enterradas resucitan, los agravios se recuerdan, porque nada une como la ofensa y la oportunidad de cobrársela, a quien sea, lo que se busca es la sensación de desagravio.

La historia del petróleo en México es de constantes y lacerantes atropellos. De haberse administrado con sabiduría bíblica y honradez, la cotidianidad de los mexicanos sería distinta.

Es momento de preguntarnos si para nuestro imaginario colectivo el petróleo continúa representando lo que significó en 1938 al momento de la expropiación, o más reciente, cuando nos anunciaron que deberíamos acostumbrarnos a la administración de la riqueza, porque Cantarell daría para eso y más… y sí, familias, consorcios crearon fortunas difícilmente imaginables para el común de los mexicanos. Pero también hubo víctimas, nosotros, los que fuimos engañados por la perspectiva de que cumplirían.

Ante el desengaño propiciado porque nunca llegó la riqueza que habríamos de administrar, la solidaria actitud de los mexicanos, impulsada por las consecuencias del terremoto de 1985 (nada más tres años después del robo), causó estupor; más aún cuando nos dimos cuenta de la pasajera situación. Solidaridad, sí. Comunidad, no. La constante laceración debida a los abusos gubernamentales, favorece la individualidad. Otra vez cada quien para su santo. Ante este escenario, causa extrañeza el optimismo gubernamental por el Plan de Negocios de Pemex que, debido a la oferta de darnos una IV República con cambio de régimen, favorece evocar el ensayo

“De los espejos”, en el que Humberto Eco invita a comprender esa duplicidad de imágenes con caracteres de unicidad, que sólo son distorsiones de la realidad, porque dejaron de ser referentes de nosotros mismos, de nuestras aspiraciones, sueños y transgresiones, porque en este viejo nuevo mundo producto del neoliberalismo, la narrativa de una moralidad inexistente favorece el engaño.

¿Es emblemático Pemex como imagen de soberanía desarrollo y riqueza para todos los mexicanos, ante los novedosos descubrimientos para sustituir la energía fósil por una limpia? ¿Cuál es el lugar, en México, para una innovadora industria petroquímica? ¿Se tienen en esta nación patentes y tecnología para transformar lo obsoleto en una industria novedosa y de vanguardia?

POR GREGORIO ORTEGA MOLINA

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