No olvidemos Siria

De acuerdo con las Naciones Unidas, en el último mes, más de un cuarto de millón de personas fueron desplazadas.

Desafortunadamente, la violencia masiva no ha cesado en nuestros tiempos, aun cuando contamos con instrumentos internacionales que disuaden y previenen: regímenes de derechos humanos; convenciones, tratados, estatutos, y la Corte Penal Internacional. La violencia extrema nos confronta a la vez que nos lleva a pensar que no podemos entenderla, por lo que con frecuencia la ubicamos en los márgenes de nuestra conciencia. Ocho años de conflicto en Siria han dado lugar a una de las peores catástrofes humanas. De acuerdo al Museo Memorial del Holocausto en Estados Unidos se tiene registro de más de 470 mil muertes, además del desplazamiento interno de 6.1 millones, y 5.5 millones de personas que han escapado del país. En este contexto de violencia masiva, el régimen de Assad ha cometido crímenes contra la humanidad–exterminio, asesinato, violaciones sexuales, tortura, encarcelamiento, desaparición forzada. Por su parte, ISIS aprovechó la situación política para llevar a cabo un genocidio en contra de los yazidíes. Si bien el conflicto en Siria parecía haber caído en un impasse, fue reactivado el pasado 30 de mayo cuando Idlib, último bastión controlado por los insurgentes, fue atacada por fuerzas sirias y rusas mediante artillería y bombardeos aéreos. El noroeste de Siria ha sido blanco de distintos ataques por parte del régimen. De acuerdo a las Naciones Unidas, en el último mes, más de un cuarto de millón de personas fueron desplazadas y 160 personas fueron asesinadas. Muchos de estos refugiados se encuentran en campos abiertos, en condiciones apremiantes. Los últimos ataques violan una zona desmilitarizada acordada por Turquía y Rusia en 2018 y que pretendía proteger a los civiles. Es alentador saber que en condiciones de violencia extrema existen organizaciones que luchan por rescatar vidas y brindar ayuda humanitaria. Este es el caso de la Defensa Civil Siria o “cascos blancos”, fundada y dirigida por Raed Al Saleh, reconocida recientemente por el Museo Memorial del Holocausto de los Estados Unidos con el premio Elie Wiesel. Ha salvado a más de 115 mil personas y es de las pocas organizaciones que todavía trabajan en el noroeste del país: 2,850 voluntarios realizan operaciones de rescate. Su trabajo es muy riesgoso porque son considerados “enemigos” del régimen. El caso de los casos blancos en Siria muestra el papel fundamental que tienen los actores locales en proveer la asistencia humanitaria requerida en situaciones de violencia y el que su accionar se potencia cuando cuentan con apoyo internacional: fondos y recursos. Además, nos recuerda que debemos mantenernos alerta, no olvidar a Siria y recuperar la esperanza en la capacidad humana para hacer el bien, no sólo el mal.

POR DRA. YAEL SIMAN DRUKER

* TITULAR DE LA CÁTEDRA A.G. LEVENTIS EN ESTUDIOS DE CHIPRE. UNIVERSIDAD ANÁHUAC MÉXICO

FOROINTERNACIONAL@ANAHUAC.MX