Aniversario y crisis

Se atisban las crisis que vienen, una hidra de varias cabezas que no existía en la dimensión que ha alcanzado ahora

Nadie imaginaba que el primer aniversario del triunfo de Andrés Manuel López Obrador se cumpliría en el marco de distintas crisis importantes que, detonadas como minas al inicio del camino, han erosionado antes de tiempo a la Cuarta Transformación. A un año de la elección, el ambiente de esperanza que reinaba en la votación de ayer ha mutado en el clima político enrarecido, taciturno y dividido que primaba antes del 1 de julio. El presidente López Obrador mantiene una calificación alta: seis de cada diez ciudadanos lo aprueban, aun cuando estos siete meses han hecho flotar sobre la superficie una ironía: AMLO ganó con la izquierda y está gobernando con la derecha. El Presidente está convencido de que son correctas las decisiones que ha tomado y la forma en la que están llevándose a cabo, pese a que las consecuencias de esas decisiones no están revirtiendo las tendencias alarmantes en la violencia, ni generando empleos y alentando la inversión nacional y extranjera, ni están moviendo al país hacia el crecimiento que esperaba el Presidente. En el futuro inmediato se atisban las crisis que vienen, una hidra de varias cabezas que no existía en la dimensión que ha alcanzado ahora. Entre las más preocupantes se cuentan la crisis humanitaria y migratoria que ya está ocurriendo en la frontera con el desembarque de 25 mil oficiales que han viajado al sur para cazar migrantes mientras la violencia y los asesinatos continúan creciendo en el resto del país. Es irónico que se repita el fenómeno de la cobija del presidente Peña, pero multiplicado en varios territorios: al jalar la colcha al sur para cumplir el acuerdo pactado con el presidente Trump, AMLO ha dejado sin cobijo a vastas regiones del país donde tiene una presencia terrorífica el crimen organizado. Al jalar la cobija de los presupuestos sociales, o de los dedicados a la salud, o a la ciencia, o al deporte, o a la cultura, bajo pretexto de la corrupción del pasado o para revivir Pemex, López Obrador está dejando a millones de familias pobres a la deriva: la tentación de destruir se impuso antes de la urgencia de planear y sustituir planes y programas. Tal vez en donde mejor se aprecia este patrón en el gobierno de AMLO es en la Guardia Nacional, un cuerpo policiaco cuya concepción, construcción y planes operativos no parecen corresponder de manera suficiente a la complejidad y el cuidado que requeriría la construcción de una policía profesional y debidamente preparada. El presidente está a tiempo de hacer correctivos. Ya lo hizo al restituir el presupuesto del Imer, un episodio que mostró las principales debilidades del gobierno: improvisación, atropello y ausencia de masa crítica y de propuestas que no se queden en la frágil frontera de las ideas. Al gobierno le urge organización, debate y coherencia interna, y a la Cuarta Transformación repensar y rescatar la idea de la reforma del pacto social que AMLO planteó en la campaña: “Primero los pobres”. WILBERTTORRE@GMAIL.COM  @WILBERTTORRE