Muchos de nosotros acudimos a aulas universitarias donde algún profesor ostentaba un “derecho”, casi irreprochable, de encender un cigarrillo y fumarlo enfrente de sus alumnos.
Muchos más recordamos con claridad la transformación de las reglas para el consumo de tabaco en lugares públicos, cuando a los fumadores en los restaurantes se les fue recorriendo de los salones cerrados a los espacios abiertos.
Hoy día, prácticamente se ha cumplimentado el cambio cultural en este tema, progresando en una conciencia acerca de nuestra responsabilidad en el cuidado de la salud propia y el respeto a la de los demás.
No obstante, la información disponible señala que el fondo del asunto, el tabaquismo, aún persiste como un factor que incide negativamente en la salud y en la calidad de vida de millones de personas adultas e infantes en todo el mundo.
Quienes hemos sido fumadores en alguna etapa de nuestra vida, y habiendo superado esta condición, identificamos y valoramos la gran utilidad que tiene la información que se difunde sistemáticamente para motivar a la población a elegir un estilo de vida que preserve su salud pulmonar, alejándola de situaciones de riesgo, entre ellos, fundamentalmente el consumo de tabaco.
En esta lógica, este 31 de mayo se celebró el Día Mundial sin Tabaco, acción que gestiona la Organización Mundial de la Salud para difundir los efectos negativos que tiene su consumo, así como la exposición de los no fumadores al humo producido, pero con especial énfasis en la promoción del valor de la salud.
Se trata de una campaña de alcance mundial que alerta del efecto que puede producir el tabaco como causa principal del cáncer de pulmón y de las enfermedades respiratorias crónicas, así como su relación con el desarrollo de la tuberculosis.
Igualmente, esta práctica está identificada como factor de riesgo para la salud infantil, en razón de que la presencia de toxinas puede afectar el desarrollo pulmonar del bebé en el caso de las madres fumadoras o que están expuestas a ambientes de consumo durante la gestación.
Es importante destacar que las acciones que se realizan en el gran propósito señalado tienen como uno de sus sustentos el Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco, un instrumento mundial que aporta elementos científicos sobre los efectos del tabaquismo, en tanto su condición de epidemia mundial, al tiempo de promover mecanismos que con un enfoque integral incidan en un cambio de la realidad.
En forma especial, en el documento tiene preeminencia el derecho de la población a disfrutar del mayor grado de salud posible. Conviene traer a colación aquí el planteamiento del reconocido médico y escritor español Cristóbal Pera, relativo a la necesidad de transitar de una cultura de la enfermedad a una cultura de la salud.
Ello afirmará un esquema mental que nos ayude a generar condiciones de progresión en el derecho a la salud.
Por Rodolfo Lara Ponte
Autor en Derechos Humanos
Articulista invitado