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La rechifla

Lo que en verdad sucedió es que AMLO se presentó en la cancha sin equipo

OPINIÓN

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Pos poncharon a nuestro Presidente en la inauguración del estadio de los Diablos Rojos. No fueron suficientes las incansables series de rectas y curvas en lo que se antojaba el picheo del siglo para derrotar al equipo rival. Pese al oficio del lanzador, éste no fue suficiente para alzarse con la victoria. Los periodistas deportivos han cavilado todo tipo de hipótesis para entender cómo, a pesar del excelente picheo del Presidente, su equipo fue blanqueado. Incluso hay quien todavía, perplejo ante los efectos devastadores que la pejemoña causó en el adversario, no se explica ese fracaso sin paliativos. Convengo con que el lanzador dio lo mejor de sí mismo, se entregó como pocas veces, recurrió a toda clase de triquiñuelas y argucias, pero no bastó, dejando además mucho a deber a los aficionados. Con todo, lo peor no fue la maraquiza padecida, sino las justificaciones que poco tuvieron que ver con el juego. Resuena todavía a broma acusar a los fifís y a la mafia del poder de ser responsables de la debacle ante Alfredo Harp Helú. La imagen no admite equívocos: el dueño de los Diablos Rojos situó en el centro del diamante al Presidente de México para que picheara para su equipo. La fotografía parece una caricatura. El adversario más temible de la mafia del poder picheando para uno de los miembros más distinguidos de lo que llama la mafia del poder. Dicho de otra manera, López Obrador trabajando para el empresario. El poder político sometido al empresarial. Si no fuera porque el neoliberalismo ha muerto, se diría que AMLO es su principal promotor. Más allá de estas paradojas, lo que en verdad sucedió es que AMLO se presentó en la cancha sin equipo, pensando a lo mejor que su presencia garantizaba el triunfo. Y, además, cometió otro error fatal, no envió a las gradas a sus disciplinados seguidores para que con sus aplausos silenciaran los abucheos. Lo primero es metáfora de su gobierno y, quizás, premonición de su gestión. Lo segundo es imagen de su estrategia en mítines y asambleas que desmiente en los hechos la cacareada aceptación de un 80% de la población. No es creíble que un 80% de los aficionados le chifle en un estadio si tiene un apoyo de ese mismo tanto por ciento. Algo falla, en consecuencia, en las encuestas: o bien dicen lo que quieren los dueños de los medios que digan, o bien se cocinan a modo en otro lugar para hacérselas llegar a los medios. La rechifla en el nuevo estadio de los Diablos no es más que una probadita del mismo platillo que los gobernadores de partidos distintos a Morena degustaron primero, con la diferencia de que éste estaba debidamente condimentado por los operadores del Presidente, y aquella fue una expresión espontánea.  

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Diacrítico: La primera reacción del Presidente-pícher ante el repudio del público fue acusarlos de fifís y mafiosos del poder, pero siempre ha dicho que el beisbol es deporte del pueblo y el pueblo es bueno y sabio. Todo indica que así es, excepto esta vez.

 

jcamacho68@gmail.com

@camacho_jorge