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Reyes de la creación

En gran medida, la causa de esta devastación ambiental se encuentraen las acciones humanas

OPINIÓN

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En los años recientes, la opinión pública se ha enterado de los riesgos de extinción que enfrentan distintas especies animales, desde los lémures de Madagascar hasta los tigres y los orangutanes de Borneo. Tan sólo en 2018, nos enteramos de la muerte del último rinoceronte blanco en Kenia y se nos ha dicho que las vaquitas marinas prácticamente están condenadas a desaparecer, pese a los esfuerzos del gobierno mexicano por preservarlas. Además, hemos presenciado reportes sobre la veloz desaparición de cientos de insectos y de las abejas en varios puntos del planeta, lo cual tendría efectos devastadores para el ser humano, ya que la capacidad de producción de alimentos se vería severamente afectada si las abejas se extinguieran. En el mar, la situación no luce mejor, pues hemos visto imágenes de los plásticos desechados cuya ingestión accidental está matando a miles de ejemplares marinos. En gran medida, la causa de esta devastación ambiental se encuentra en las acciones humanas: ya sea por la contaminación que producimos, la pesca que representa la muerte para especies como las vaquitas marinas, así como la deforestación de amplias zonas selváticas para dedicarlas al uso agrícola que está acabando con el hábitat de orangutanes y lémures, sin mencionar la caza que está sigue acabando con miles de ejemplares. Ya en 2006, el documental “Una verdad incómoda” nos mostró la gravedad del calentamiento global y las consecuencias que ello está generando para la Humanidad, pero se nos ha olvidado que este mundo no sólo es el hogar del Hombre, sino también de miles de especies animales cuya existencia también podría estar en riesgo al agravarse el deterioro ambiental. En 2015, el papa Francisco hizo un llamado en su encíclica “Laudato si” para que los seres humanos nos sumemos a las tareas orientadas a preservar el medio ambiente, no sólo para proteger a nuestras nuevas generaciones sino también a “las criaturas de este mundo arrasadas por el poder humano”, pues tanto humanos como animales habitamos este “mundo herido” que es “la casa común” de todos los seres vivos que pueblan las superficies y los mares del planeta. El tiempo se agota y ya es hora de que todos adquiramos una conciencia ambiental genuina que nos permita contribuir a revertir la depredación hacia los demás organismos que pueblan el mundo para así asegurar la continuidad de este mundo, pues un planeta sólo habitado por humanos y sus mascotas no tiene futuro posible ya que habremos roto el equilibrio natural. Es urgente que dejemos de considerarnos los “reyes de la creación” para cobrar conciencia de que tan sólo somos una especie más de entre tantas que habitan este hermoso planeta, asumiendo que sin biodiversidad el mundo estaría condenado a la tristeza y a la extinción.

*Coordinador académico de la Facultad de Estudios Globales en la Universidad Anáhuac México