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Las arengas para la venganza

No hay caudillo si no cuenta con el apoyo de las masas, pero no se olvide que el apoyo de éstas, no es suficiente para gobernar

OPINIÓN

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Habrá que ver de nueva cuenta la película sobre Miguel Hidalgo que dirigió Antonio Serrano e interpretan Demián Bichir, Ana de la Reguera y Luis Gerardo Méndez. Bichir interpreta al héroe independentista, pero lo hace con un magnífico rigor histórico, muy alejado de los mitos en los cuales se ha apoyado el oficialismo (el de antes como el de ahora) para deformar la historia. El filme nos presenta a un Miguel Hidalgo mundano, a veces afable, a veces colérico; a un personaje atormentado por su creciente incredulidad en su ministerio, conducido por las emociones, aprisionado por el rencor y la venganza, y desde luego al hombre que sobre todas las cosas, valora la libertad. Pretendo aprovechar tal rigor histórico en la vida de Hidalgo, para confrontarla con el comportamiento político de uno de sus mayores admiradores, me refiero al presidente López Obrador. Intento evidenciar, que, en la gran mayoría de los procesos sociales y políticos, generalmente no predominan las razones, sino las pasiones. El cura Hidalgo adoptó un camino al que Maquiavelo sitúa entre los que no deberían seguir los misioneros de Cristo; es decir: la política. Hidalgo -como otros misioneros- no le hizo caso a Maquiavelo, y en lugar de predicar en el púlpito, se decidió por la política. Y como no podría haber sido de otra manera, utilizó sin culpa moral alguna el pragmatismo de la política. Por ello no tuvo empacho en utilizar los símbolos religiosos más apreciados por la gente para hacer realidad sus propósitos mundanos como político. Hidalgo enarboló la imagen de la Virgen de Guadalupe como estandarte en sus campañas militares y en su quehacer político. Hidalgo sí sabía que, alentando la venganza y el rencor entre los americanos, especialmente, entre los más pobres, podría juntar a miles para que engrosaran las filas del ejército independentista. Hidalgo entendió que habría que satisfacer la venganza y hacer brotar el odio contenido durante siglos, y precisamente esto es lo que hizo para que esas masas le idolatraran como a "un iluminado, un santo que habla con la Virgen". AMLO -tan idolatrado- es capaz de idolatrar a otros, siempre y cuando ya estén muertos, y uno de ellos, es Hidalgo. ¿Pero por qué la empatía del Presidente con el cura de Dolores? Opino que más bien lo trata de imitar en varios aspectos, pero el principal, según mi apreciación, es en su ejemplar pragmatismo para utilizar los símbolos religiosos con propósitos políticos; en su capacidad para satisfacer a las masas en la pasión de dar rienda suelta a sus rencores y en su habilidad para estimular la esperanza de que él les restituirá lo que antes les fue despojado. Con ello, lo intuye López Obrador, las masas se mantendrán en la trinchera. Una lección: no hay caudillo si no cuenta con el apoyo de las masas, pero no se olvide que el apoyo de éstas, no es suficiente para gobernar. Se necesita de las ideas, de los programas, de las propuestas, de las soluciones que vayan más allá de las arengas para la venganza social y de los sermones para aliviar, un poco, la desesperanza.  

@jesusortegam