Comienza una nueva década y con ella la continuidad a una administración que, internacionalmente, ha reflejado inestabilidad e incapacidad para llevar la agenda doméstica. El presidente francés, Emmanuel Macron, sostiene el discurso electoral de restaurar los valores ilustrados en la formación de un gobierno y políticas pseudo liberales.
A lo largo de los 36 meses de mandato, Macron ha expresado con sinceridad y tenuidad su visión universal en la promoción de un orden internacional liberal dentro del marco intergubernamental; oponiéndose al nacionalismo actual, el populismo Occidental y el elitismo de la política en países revisionistas. Sin embargo, la promoción de esta visión se ha topado con tres obstáculos particularmente difíciles de resolver en la agenda doméstica: el deficiente desempeño y liderazgo de Macron en el exterior, la fractura de Europa en la disputa parlamentaria y la falta de progreso económico francés.
El último factor, ante los demás, conlleva al incremento de los índices de descontento social, que han culminado en manifestaciones civiles, disminuyendo los índices de aprobación de Macron, quien pasó de estar en los 70 puntos porcentuales a los 40.
La desobediencia civil a expensas de los ciudadanos franceses, principalmente parisinos, implica: protestas en contra del incremento a los precios del petróleo y en la vivienda suburbana, así como otros temas que se han incorporado paulatinamente a la agenda como globalización y neoliberalismo, clasismo o rechazo a la austeridad implementada por la Quinta República.
La primera manifestación a manos de este movimiento, conocidos como Yellow Vests, se dio en noviembre 2018; las marchas en búsqueda de mayor integración socioeconómica han tenido impacto mediático desde Francia hasta EU, desde Europa hasta el resto del mundo. Los Yellow Vests han ocurrido 53 marchas semanales, donde la más numerosa contó con 200 mil participantes.
Un año de protestas, a expensas de las polarizantes medidas de austeridad republicana, ha provocado el escalamiento paulatino en los índices de violencia, donde la manifestación del pasado 14 de diciembre se acompañó del bloqueo de transporte público, así como en el cierre forzado de escuelas y monumentos nacionales como la Torre Eiffel.
La movilización de protesta buscó integrar el sistema de pensiones a la agenda cívica de los Yellow Vests, apoyo social que en 2018 alcanzó una de las tasas de reemplazo de ingresos más altas entre los países de la Unión Europea.
El pueblo francés ha movilizado sus inconformidades, haciéndolas notar tanto con sus gobernantes como en el marco internacional. La perseverancia civil francesa no será sencilla de apaciguar, por lo que Macron deberá de reformular las políticas económicas y fiscales, en aras de socavar los ímpetus de desobediencia civil, mismos que serán politizados exponencialmente por Marine Le Pen, tanto en la agenda nacional como en la representación ante el Parlamento Europeo.
Por: Yussef Núñez / Gerardo Trujano
*Presidente Sociedad de Alumnos de la Facultad de Estudios Globales en la Universidad Anáhuac México, Campus Norte
Panorama Internacional Anáhuac
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