Bolivia, señal de problemas

Expresar simpatía hacia algunos gobiernos no ayuda a mantener la imagen de no intervención

La crisis diplomática con Bolivia puso de relieve algunos problemas prácticos en la política exterior de México, específicamente hacia Latinoamérica.

Nadie recuerda la expulsión de un embajador de México. La declaración boliviana de "persona non grata" contra la embajadora María Teresa Mercado fue por hacer su trabajo y es parte del rejuego político de un gobierno que necesita enemigos externos para crear apoyo interno de cara a las próximas elecciones en Bolivia. Pero parte del problema está aquí. Por ejemplo, la evidente inexperiencia en la conducción del problema. 

Podría hablarse del debate sobre la aparente contradicción entre la demanda de protección y la denuncia posterior sobre exceso de vigilancia y los abusos de las autoridades bolivianas, pero también de la interpretación de la política de no-intervención y autodeterminación. 

El alejamiento a principios de año del grupo de Lima y sus posturas sobre Venezuela pareció congruente con la decisión de reavivar la Doctrina Estrada, pero cuando fue acompañada de mensajes laudatorios al entonces presidente de Bolivia, Evo Morales, y la vinculación al Grupo de Puebla, anunció una fórmula diferente, más acorde con los principios de un movimiento político que tan legítimos como sean no son los planteamientos de una política exterior nacional.

Las expresiones de simpatía hacia algunos gobiernos y el alejamiento de otros no ayuda en términos de mantener la imagen de no intervención y respeto a la autodeterminación.

En el caso del choque con Bolivia, el problema en gran medida se refleja en detalles prácticos.

El pasado 18 de noviembre El Heraldo de México consignó las preocupaciones y peticiones de ayuda de mexicanos residentes en Bolivia, por problemas enfrentados a partir del ofrecimiento de asilo a Evo Morales, que llegó a México como asilado el 12 de noviembre.

El subsecretario Maximiliano Reyes anunció el lunes que está listo un dispositivo para evacuación si fuera necesario.

Pero ante las evidentes tensiones ¿con qué países se consultó para preparar planes de contingencia? ¿Qué país se haría cargo de la protección a los refugiados y diplomáticos mexicanos?

Debe preguntarse si se prestó atención al tamaño de la misión diplomática mexicana en La Paz, que con la expulsión de la embajadora Mercado quedó reducida a tres personas y que no hay agregados militares, navales o aéreos, ni encargados de la relación policial con las autoridades de un país que es productor de coca.

Más allá de los números queda la cuestión de lo que se haya hecho o no para darles apoyo en una emergencia. 

Se vale preguntar si la inocencia de la cancillería es tal que no pudo pensar que los gestos públicos de afecto a Evo Morales –recuérdese por ejemplo la visita a Bolivia del subsecretario Reyes en enero–, antes y después de su exilio, serían ignorados por un nuevo régimen deseoso de un adversario externo. 

POR JOSÉ CARREÑO FIGUERAS

JOSE.CARRENO@HERALDODEMEXICO.COM.MX 

@CARRENOJOSE

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