Un himno con una causa transformadora recorre el mundo.
El viernes, miles de mujeres interpretaron en la plancha del Zócalo el performance “Un violador en tu camino”. Con los ojos tapados, alineadas en filas y columnas, entonaron reveladoras estrofas: “El patriarcado es un juez/que nos juzga por nacer/y nuestro castigo es la violencia/que no ves.
Este mismo acto, surgido en Chile, fue realizado por miles de mujeres en ocho entidades de la República; en ciudades de España, Alemania, Francia, Reino Unido, Austria y Turquía. En República Dominicana, Argentina, Colombia y Estados Unidos. Con ello el feminismo reactivó su capacidad de denuncia y reafirmó su potencial para transformar a las instituciones y la cultura de todo el mundo.
Dos días antes, la doctora Claudia Sheinbaum decretó la Alerta de Violencia de Género. Su efecto inmediato fue sistematizar y dimensionar una de las expresiones más siniestras de esta violencia. Entre enero y octubre, en la Ciudad de México se iniciaron cinco mil 469 carpetas de investigación por feminicidio, abuso y acoso sexual, violación simple y equiparada. En promedio 18 casos al día.
Esta declaratoria incluye acciones como crear el Registro Público de Agresores Sexuales; la Ley Olimpia contra la violencia digital y el Banco de ADN para perseguir delitos sexuales; la certificación a ministerios públicos; incrementar el número de senderos seguros; fortalecer el Programa Viajemos Seguras y Protegidas y la formación de cuerpos policiales con perspectiva de género. Además, ya están trabajando el programa Abogadas de las Mujeres en Agencias del MP y las Unidades Territoriales de Atención y Prevención de la Violencia de Género.
Los retos son más grandes que los logros. De ahí el enojo com-prensible y justificado de algunas protestas. Uno de los principales desafíos que tenemos como seres humanos y como sociedad es evitar que el encono y la emoción prevalezcan sobre la razón.
Como lo ha señalado Rita Segato, una de las voces más lúcidas del feminismo e inspiradora del performance, debemos evitar tener a los hombres como los enemigos “naturales” y debemos evitar los linchamientos.
Se entiende el enojo que activa, pero no se justifica la furia que paraliza, que provoca violencia sobre violencia y nos daña. El vandalismo en la infraestructura de transporte lastima a 4 millones de usuarias, la oscuridad provocada por la ruptura de luminarias genera zonas de inseguridad. Las ciudades que son seguras para mujeres y niñas son seguras para todos.
Que venga el tiempo de nosotras, las mujeres, que sabemos que para avanzar en equilibrio (cómo hacemos en nuestros hogares) no es posible que un derecho anule otros derechos.
Se trata de garantizarlos todos, con creatividad, reflexión, asumiendo nuestro papel en el futuro de la izquierda y en la construcción de un mundo mejor.
POR DUNIA LUDLOW
COORDINADORA DE LA AUTORIDAD DEL CENTRO HISTÓRICO
@DUNIALUDLOW
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