La política es polémica. Y algunas veces, solución.
Lo natural es enfocarse en la existencia o carencia de un alivio final y repentino. Sin embargo, debemos aferrarnos a la constante, al proceso previo al resultado. Es este oscuro enredo el que esclarece el cimiento debajo de cada solución. La solución que nació de la polémica, y la polémica que nació del porqué. Como humanidad, es nuestra labor trabajar alrededor de este porqué. Y con los brazos abiertos, darle la bienvenida a la polémica.
El año 2019 concluyó con un evento inaugural que pasará a la historia. Si bien no por arrojar la solución inmediata que la mayoría esperaba, sí por practicar un enredoso proceso de acción ambiental. La Conferencia de las Partes de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, o COP 25, reunió 196 países representados a un lado de grupos de interés, asociaciones, empresas y organizaciones del giro. España fue sede de la iniciativa ambiental que prometía integrar el compromiso estatal, local y privado con la exigencia de la ciencia.
A pesar de ser la COP más larga de la historia, la solución alcanzada generó furia y decepción. Aunque 73 países se comprometieron a reforzar la acción climática, es una realidad que sólo suman 10% de las emisiones a nivel internacional. Los principales generadores de CO2 evitaron el compromiso frente algunos temas polémicos del Acuerdo de París; entre ellos la reducción de emisiones.
No obstante, en la conferencia de Madrid ni siquiera estaba previsto aprobar este tipo de objetivos. Si se concibe desde esta óptica, el desenlace incluso podría ser positivo: además de los 73 países firmantes del Convenio de Cambio Climático, 14 regiones, 398 ciudades, 787 empresas y 16 grandes inversionistas comprobaron su compromiso para alcanzar la neutralidad climática en 2050. Esto significa lograr un balance de emisiones cero (en el que los gases que se arrojen a la atmósfera sean completamente absorbidos por los bosques.)
Para la COP 2020, los países presentarán planes de reducción de emisiones; trabajarán para cerrar la brecha que divide las recomendaciones actualizadas de la ciencia de sus acciones y mantendrán el equilibro tanto del océano como del uso del suelo.
Hay mucho por lograr. Pero por fortuna, algunos de los temas más polémicos permanecen sobre la mesa: la normatividad de los mercados de carbono (compra-venta de certificados de reducción de gases); el mecanismo de pérdidas y daños (compensación para los Estados que más sufren los efectos del calentamiento global y están menos equipados para enfrentarlos); y la penalización comercial (imposición de "aranceles de carbono" a productos provenientes de países sin suficientes medidas de acción climática.)
El polémico balance entre la mitigación y la adaptación al cambio climático será alcanzado mediante el compromiso ambiental colectivo, el cual dio señales de vida en la COP 25, contrario a la esperanza popular. Es momento de actuar a nivel individual y transicionar mediante procesos enredosos, de la queja a la acción. Solamente desde ahí podremos exigir un cambio, pues lo estaremos construyendo.
POR CAMILA DÍAZ BARREIRO
@CAMILAGOMEZDB
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