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Débil por decisión

México es débil en tres frentes. Su peor debilidad es institucional. El país lleva 100 años sin invertir lo necesario en sus estructuras de gobierno por corrupción y desidia

OPINIÓN

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México es débil en tres frentes. Dos de ellas son autoimpuestas.

Jude Webber, corresponsal del Financial Times en México, publicó un artículo señalando que los americanos usaron su relativa fortaleza para obligar a México a aceptar lo que supuestamente era inaceptable: la certificación americana del cumplimiento de leyes laborales en México. De ahí se desprendió un intercambio en Twitter con Duncan Wood, director del Instituto México del Woodrow Wilson Center, acerca de la debilidad mexicana. Aquí me explico.

México es débil en tres frentes. Su peor debilidad es institucional. El país lleva 100 años sin invertir lo necesario en sus estructuras de gobierno por corrupción y desidia. El resultado son servicios públicos deficientes y, peor, un sistema raquítico de procuración y administración de justicia que subyuga a gran parte del país a una barbarie pornográfica.

No tiene que ser así. El presupuesto federal mexicano, equivalente a casi $300 mil millones de dólares al año, da para desplegar una estructura de gobierno que permitiría el control territorial. Estas estructuras urgentes no se desarrollan por dos razones: uno, poderes fácticos poderosos (criminales, básicamente) que lo impiden. Dos, porque los mexicanos tienen una pésima visión de Estado – por eso la cleptocracia priísta y por eso el desprecio a las tareas fundamentales de gobierno en esta administración. Aquí, la debilidad es por falta de voluntad política.

La segunda debilidad es de autoestima. Nuestra narrativa de “conquistados” es equivocada y castrante. En la medida que no reivindiquemos nuestras raíces que son, por igual, europeas e indígenas, difícilmente podremos jugar el papel que nos corresponde en el mundo.

La tercera es relativa a nuestro vecino. De estar en otro lugar geográfico, México fácilmente podría aspirar al estatus de poder regional, como lo hacen sus Turquía, Arabia Saudita, y Sudáfrica; países con economías y territorios muy inferiores a México. Pero nosotros estamos junto a la superpotencia, lo cual nos genera un complejo de inferioridad. A ésa debilidad relativa es a la que se refieren Webber y Wood.

Pero esa debilidad podría jugar a nuestro favor si entendiéramos las verdaderas necesidades de nuestro vecino. EUA es el país con más enemigos y su supervivencia depende de un México cooperativo y estable. Sobre ese eje, no sobre el sinsentido de un juego de suma cero, se deben de tratar todos los temas bilaterales. Más que un mercado para su maíz, o un destino para sus inversiones, lo que ellos requieren es que le cuidemos las espaldas. Eso no lo podemos hacer siendo débiles. Si México pierde, Estados Unidos está perdido. Israel, un país con la población de la Ciudad de México, domina la política americana porque sabe comunicar su importancia como aliado. Nosotros somos infinitamente más importantes para los americanos, pero ni nos damos cuenta, ni lo sabemos plantear.

Dos de las tres debilidades de nuestro país son autoimpuestas. La tercera es real, pero la podríamos usar a nuestro favor. Ahora que inicia una nueva década es hora de que tomemos responsabilidad por nuestro destino, dejando atrás las pequeñeces ideológicas y mezquindades sociales que nos mantienen débiles por decisión.

Por: Agustín Barrios Gómez

POR AGUSTÍN GARCÍA VILLA

ANALISTA ECONÓMICO

ORBE@HERALDODEMEXICO.COM.MX

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