El conocerse que la locación de la Conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático 25 no se realizaría en territorio latinoamericano este año, surgió la preocupación de que la realidad del deterioro ambiental en la región no pudiera conocerse por los participantes.
España salvó las negociaciones, y logró con eso que los nuevos compromisos no se trasladaran hasta 2020, cuando el diagnóstico de la situación al inicio de la conferencia es más dramático, respecto al momento en el que se iniciaron los preparativos para las sesiones y diálogos políticos y técnicos que este año se realizan en Madrid del 2 al 13 de diciembre, en vez de Santiago de Chile.
Sólo en el caso de las Américas, se espera que pronto se comiencen a sentir los efectos regionales de los incendios en el Amazonas y en el resto de sus subregiones. El deshielo en las montañas de los Andes es algo que se vislumbra como uno de esos, en una cadena que se asemeja a lo que algunos llaman el efecto dominó.
En la primera semana de las negociaciones, Costa Rica propuso a los participantes en el Foro de Vulnerabilidad Climática (V20) tomar el liderazgo en la transformación de la acción climática y ser corresponsables en la definición de los próximos hitos en el campo.
El V20 está conformado por países considerados en situación de mayor vulnerabilidad en diferentes regiones del globo. Del continente americano participan Barbados, Costa Rica y Santa Lucía. De otras regiones: Afganistán, Bangladesh, Bután, Etiopía, Ghana, Kenia, Kiribati, Madagascar, Maldivas, Nepal, Filipinas, Ruanda, Tanzania, Timor Oriental, Tuvalu, Vanuatu y Vietnam.
El Presidente costarricense ha propuesto que los países vulnerables luchen por lo correcto, como parte responsable de las definiciones de próximos hitos en materia de acción climática. Los retos de países en mayor riesgo son los mismos que para el resto del mundo, y para pequeñas regiones y comunidades que comparten las mismas características y necesidades.
La desigualdad impera en el daño y capacidad de resiliencia ante efectos dañinos del fenómeno climático. Los compromisos son necesarios en materia de cooperación, atención a emergencias y de largo plazo.
Es cierto que los conflictos que afectan la paz y seguridad ocupan los primeros lugares en el momento en el que se jerarquizan las prioridades de las políticas exteriores. Lo mismo ocurre con el comercio internacional o la desaceleración económica. Sin embargo, sin avance en esos campos puede ser afectado por el factor climático.
La región mesoamericana y su sostenibilidad dependen de los compromisos globales de esta semana y la que la antecedió, cuando se trata de la respuesta ante el reto climático. Los negociadores son esperados en casa con resultados concretos en su regreso.
POR GUADALUPE GONZÁLEZ
*CATEDRÁTICA UNIVERSITARIA
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@GUADALUPEGONZCH
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