La Cineteca Nacional está presentando la retrospectiva Luis Buñuel en México, con la proyección de sus 21 filmes realizados en nuestro país, además de una exposición en la que el propio director español, naturalizado mexicano, nos conduce por los espacios íntimos de su estancia en México.
Hace unos días, esta exposición se abrió al público. Tuve la oportunidad de visitar las 10 salas que presentan fotografías, utilería, vestuarios, guiones y objetos personales de Buñuel; y al escuchar la voz de él recorriendo la memoria de otros tiempos, he recordado a mi padre, don Luis de Llano Palmer, y a mi madre Rita Macedo, y las muchas anécdotas que vivieron al lado del genial director.
Luis Buñuel, al igual que mi padre llegaron exilados desde España a finales de la década de los 30, después de viajar primero a Francia y más tarde a EU. Fueron tiempos difíciles para ambos, pero México los recibió con los brazos abiertos y fue aquí donde logran desarrollar su talento, creatividad y trayectoria en los escenarios.
Siendo adolescente, recuerdo haberlos visto y escuchado platicar en lengua catalana, compartiendo seguramente las añoranzas de la madre patria y las cicatrices de la guerra civil.
Durante sus primeros años en México, Buñuel dirige dos filmes, un melodrama y una comedia por encargo, con los cuales se da a conocer en el medio, de una manera discreta. Pero al paso del tiempo, descubre un país cuya realidad descarnada supera el surrealismo y su capacidad de asombro.
Y así nace Los olvidados, un filme que narra sin filtro alguno una trágica historia que sucede en un barrio pobre de una metrópoli cruel y absurda.
Los olvidados se estrena en 1950 y desde el primer día de su proyección causó una verdadera conmoción en un público y una industria cinematográfica nacional acostumbrada a las historias de amor, canciones y finales felices.
Pero contra todos los presagios Los olvidados llega a Cannes en 1951 y Buñuel es aclamado por la crítica internacional, su primera obra maestra filmada y concebida aquí en nuestro país.
A partir de ese momento, Buñuel filma incansable en un afán por desentrañar las costumbres y rituales de muy distintas clases sociales y, con cierta ironía, dirige: Viridiana, El discreto encanto de la burguesía, y Ese obscuro objeto del deseo.
Mi madre Rita conoce a Buñuel por aquellos días y protagoniza la cinta Ensayo de un crimen con Miroslava y Ernesto Alonso. A partir de entonces la cercanía entre ambos se convierte en una entrañable amistad.
Rita conoció muy bien al extravagante director. Entre muchas anécdotas, me contaba que al saber que Buñuel preparaba la filmación de Nazarín, ella le pidió ser parte del elenco. Pero Buñuel se negó diciéndole: “Eres tan bella que tu rostro no cabe en esta película”. Pero no iba a aceptar un “NO” como respuesta; y cuando llegó el día del casting, Rita se presentó completamente caracterizada del personaje de Andara, una prostituta de pueblo con grandes ojeras, dientes ennegrecidos por el tabaco, rebozo y una actitud desvergonzada y retadora.
Rita Macedo consiguió el papel protagónico, la película Nazarín obtuvo el Premio Internacional del Jurado en el Festival de Cine de Cannes en 1959; y este año, seis décadas después, se proyectó nuevamente en Cannes, restaurado digitalmente en homenaje al trascendental legado universal de Luis Buñuel. Por cierto, debo mencionar que Rita igualmente participó en El ángel exterminador y aunque aparece únicamente en la última escena, también fue parte de esta histórica película.
No dejen de visitar la retrospectiva y exposición Luis Buñuel en México, en la Cineteca Nacional.
¡Nos vemos en el cine!
POR LUIS DE LLANO MACEDO
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