“El secreto de aburrir a la gente, consiste en decirlo todo”, esto era algo que decía Voltaire, pero que aplica en la época que sea, y más con quien se sobreexpone al escrutinio público, como es el caso del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con la verborrea que le caracteriza, tanto en lo que habla, como en lo que incesantemente escribe en su cuenta de Twitter.
Sobre Trump sabemos de su misoginia, su xenofobia, su mal comer y su mal gobernar, todo constantemente a la vista, llegando a creer que ya no puede sorprender con cosa alguna, pero ahí radica el error, pues aún quien toca fondo, puede llegar más bajo si se pone a cavar.
Justo ese es el caso del diferendo en el que entró con la Cámara de Representantes del Congreso de Estados Unidos, por el tema del presupuesto para la operación del Gobierno Federal. En lo general prácticamente no hay diferencias, pero sí en lo particular, específicamente en la exigencia del mandatario de que se le otorguen cinco mil millones de dólares para el inicio de la construcción del muro en la frontera sur, lo que fue su principal promesa de campaña.
Trump se metió en tal berenjenal desde el pasado mes de diciembre, con una Cámara baja que no estaba dominada por los demócratas, pero, aun así, no tenía respuesta positiva a su exigencia. Desde que la disputa comenzó, se sabía que se podría llegar al cierre parcial del gobierno si no se llegaba a un acuerdo sobre el presupuesto, algo que a todas luces no le importó al presidente, por lo que desde el pasado 22 de diciembre sólo funcionan áreas estratégicas de la Administración Federal estadounidense.
Algo de lo que más indigna respecto a la postura del presidente Donald Trump sobre el cierre, no es únicamente su testaruda postura de “todo o nada”, sino el hecho de que diga que no le importan los aproximadamente 800 mil trabajadores que son afectados, pues estima que en su mayoría son demócratas.
Pero si Trump llegó a considerar alguna vez que su exigencia no podía complicarse más, desde el 3 de enero los demócratas son mayoría en la Cámara de Representantes, lo que reduce las posibilidades de que tenga los fondos que demanda para la construcción del muro fronterizo.
Pero los problemas para el mandatario no se quedan en sólo hacer frente a una mayoría que le es adversa, además ha quedado como presidente de la Cámara de Representantes, una de sus más férreas opositoras, la demócrata Nancy Pelosi, quien, a sus 78 años, ha demostrado una energía y conocimiento de las leyes y las implicaciones de la estructura de los poderes en Estados Unidos, que pone en jaque al Presidente.
En definitiva, el panorama no pinta nada fácil para Trump, Gobierno cerrado, muro sin construir, se complica la reelección y corre riesgo de no terminar su actual periodo. Mucho en contra para quien aspiraba a ser el mejor presidente de la historia.
Por RAMIRO PINEDA MURGUÍA
*Analista político