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El futuro de la Alianza del Pacífico

OPINIÓN

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En tiempos revueltos para los organismos multilaterales, especialmente aquellos centrados en el libre comercio, y cuando la integración regional latinoamericana no atraviesa su mejor momento, es conveniente preguntarse por el futuro de la Alianza del Pacífico. La pregunta es más relevante tras la renuncia de Colombia a participar en la última ronda de negociaciones en Nueva Zelanda y los recientes cambios de gobierno en todos sus estados miembros. Hoy se discute la incorporación de Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Singapur, algunos de ellos exportadores de carne y lácteos, lo que ha alarmado a los productores agropecuarios colombianos, que podrían verse afectados por una competencia más eficiente. Sorprende esta pulsión proteccionista dentro de la organización, pero no es ajena a los tiempos que corren. El argumento para no acudir es que no hay una estrategia comercial ofensiva ni defensiva. Si bien inicialmente solicitaron una postergación de la reunión, esta fue imposible de concretar. De todos modos, el gobierno de Iván Duque ha manifestado su firme compromiso con la Alianza. Pero no habría que olvidar que Colombia es el único socio ajeno al Tratado Integral y Progresivo para la Asociación Transpacífica (CPTPP, por sus siglas en inglés), el anterior TPP, pero sin EU. De todos los organismos de integración regional latinoamericanos la Alianza es quien mejor resiste la alternancia en el poder gracias a su mayor pragmatismo, opuesto al fuerte ideologismo de otras instituciones como la CELAC y UNASUR, por no hablar del ALBA. Esto fue más visible en la segunda presidencia de Michelle Bachelet y en el sexenio de Enrique Peña Nieto. Sebastián Piñera inició su mandato (el segundo) el pasado 11 de marzo, Martín Vizcarra el 23 del mismo mes, Iván Duque el 7 de agosto y López Obrador lo hará el próximo 1 de diciembre. Si bien es una situación inédita en la organización, el caso de México suscita algunas dudas tras la ausencia del presidente electo de la última Cumbre de la Alianza, celebrada en julio en Puerto Vallarta. Los responsables en el nuevo gobierno mexicano, comenzando por el futuro canciller Marcelo Ebrard, sí asistieron y tuvieron una participación activa, en línea con lo hecho por el equipo de transición en las negociaciones con EU para renovar el TLCAN. No solo eso. Hubo un compromiso firme del nuevo canciller de permanecer en la Alianza. La recomposición del diálogo con empresarios añade una cuota extra de optimismo respecto a la membresía mexicana en la organización. Es positivo que Ecuador quiera incorporarse al club. Según la CEPAL, el comercio intrarregional en América Latina creció 10.4% en 2017, aunque sigue en niveles muy bajos. Uno de los objetivos de la Alianza es incrementarlo de forma significativa hasta 2030. La convergencia con Mercosur es un camino. El otro, fortalecer las instituciones, lo cual requerirá del firme compromiso de sus estados miembros. La creación de la Alianza fue la mejor noticia en años para la integración regional, sería una lástima dejarla caer.                   *Investigador del Real Instituto Encano.