Hay un número indeterminado de niños estadounidenses cuyos padres mexicanos deportados les perdieron el rastro porque no pudieron enfrentar el proceso legal para pelear la custodia que exige un estudio socioeconómico, una evaluación psicológica, exámenes antidoping y talleres para padres, además de presentarse en la Corte. Todo a larga distancia.
El lugar dónde se encuentran los menores (igual que la cifra) es una pregunta sin responder y una de las deudas migratorias que hereda la presente administración mexicana a la sucesora que está a un paso de tomar las riendas en el país.
En 2011, el Applied Research Center documentó que había alrededor de cinco mil 100 hijos de migrantes detenidos o deportados que se encontraban en custodia de los Servicios de Bienestar Infantil, sin embargo, se desconocía el proceso que enfrentaban y, con el paso del tiempo tampoco se supo cómo terminó.
Ni del lado mexicano ni del estadounidense existe una metodología que aterrice el problema. El binacional Instituto para las Mujeres en la Migración ha propuesto al gobierno de México aplicar un cuestionario a los migrantes sobre su contexto familiar al momento en que regresan de la Unión Americana tanto para tener una estadística como buscar soluciones.
La complicación para los padres deportados con hijos estadounidenses que se quedan bajo custodia del Estado norteamericano es el desconocimiento de las leyes y los caminos a los cuáles recurrir si son detenidos por los agentes de migración (ICE) y sus hijos no tienen con quien quedarse.
Los consulados realizan permanentes campañas de información en cada zona donde tienen representación, pero aún no encuentran fórmulas de difusión masiva para que la comunidad inmigrante esté total y absolutamente prevenida sobre sus derechos y recursos para pelear por sus niños.
Para empezar la doble nacionalidad podría ayudarles o asignar a una persona de confianza y preferentemente documentada para que se encargue de los chicos si el padre no está y evitar el drama de rastrearlos desde México en oficinas gubernamentales de EU donde muchas veces no se habla español o no hay empatía.
De sobra hay ejemplos donde los padres repatriados saltan de teléfono en teléfono por falta de información hasta que recurren a alguna oficina de Atención al Migrante (si tienen una cerca de sus comunidades de origen) y de ahí los remiten a la cancillería que a su vez contacta al consulado del estado donde quedaron los niños y éste a la trabajadora social que lleva el caso.
En otros casos, la cadena de búsqueda se rompe o tarda mucho en encaminarse y los padres finalmente pierden la custodia y no vuelven a ver a sus hijos que se van con familias que aceptan cuidarlo a cambio de un dinero del Estado, un sistema cuestionado por su falta de vocación para lidiar con muchachos tan sensibles como los hijos de deportados.
*Periodista
¿Y los niños 'perdidos” de padres mexicanos en EU?
Se desconoce bajo qué proceso legal se encuentran hoy