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El eclipse del ALBA

OPINIÓN

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La crisis migratoria venezolana, agravada por momentos y cuya onda expansiva tiene alcance continental, se ha cobrado una nueva víctima: la Alianza bolivariana para los pueblos de nuestra América (ALBA). La causa, la salida de Ecuador de la organización, una decisión que compromete seriamente su futuro. El motivo aducido por el ministro de Exteriores ecuatoriano fue la "falta de voluntad" de Caracas para resolver la delicada situación que se había creado en toda la región. Posteriormente se añadió la agitación social que se vive en Nicaragua y el alto precio pagado en vidas humanas a costa de la represión gubernamental. Desde su creación en 2004, la entonces Alternativa Bolivariana de las Américas había conocido una constante expansión de la mano de sus dos países fundadores, Cuba y Venezuela, a la que luego de la llegada de Evo Morales al poder, se añadiría Bolivia. Junto a ellos, Nicaragua y Ecuador constituyeron su núcleo duro al que se agregaron una serie de pequeños países caribeños como Antigua y Barbuda, Dominica, Granada, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas, y Surinam, todos ellos atraídos por el crudo barato del otrora todopoderoso Petrocaribe. El punto de máxima expansión se logró en agosto de 2008 cuando Manuel Zelaya decidió incorporar a Honduras. En enero de 2010, después del golpe que lo apartó del poder, el nuevo gobierno hondureño decidió retirarse. A partir de entonces comenzó el declive, agravado por la muerte de Chávez y la inexistencia de un liderazgo alternativo. Los problemas económicos de Venezuela y el continuo descenso en la producción de petróleo empeoraron las cosas. El ALBA ya no es más lo que era. El venturoso amanecer latinoamericano que pronosticaron Hugo Chávez y Fidel Castro cuando la erigieron en alternativa al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) ha terminado eclipsándose. Entonces David, el ALBA, liquidó a Goliat, el ALCA, con la ayuda de Néstor Kirchner y Lula da Silva, y la colaboración de Diego Maradona jugando una vez más su estelar papel de bufón. El momento es crítico. Ni siquiera los esfuerzos de su secretario ejecutivo, el exministro de Exteriores boliviano David Choquehuanca, famoso por no leer libros y extraer su conocimiento de las rocas y del saber de los ancianos, ha podido sacar a la institución de la parálisis en que se encontraba. Una a una las instancias de integración impulsadas por el chavismo han colapsado: CELAC, Unasur y ahora el ALBA. Todas ellas fueron producto de lo que muchos académicos denominaron pomposamente “integración postneoliberal” cuando solo eran meros cascarones vacíos, como ha demostrado el paso del tiempo. Y su fracaso no se debió, como querrán hacernos creer nuevamente, al efecto de conspiraciones diversas urdidas por el imperialismo, sino a su incapacidad y a la falta de un proyecto serio de integración regional, agravado por el naufragio de la "revolución bolivariana". El eclipse del ALBA ha marcado el ocaso del denominado "sueño de Bolívar", la construcción de la "Patria Grande", huérfano ahora de valedores de peso. *Investigador del Real Instituto Elcano