México y Asia: Las dinámicas del nuevo orden mundial

Estados Unidos, China y Rusia no amenazan al status quo internacional; ya lo transformaron

He escuchado muchas interrogantes sobre si estamos o no en un nuevo orden internacional. En las discusiones de varios congresos internacionales donde participé recientemente, lo mismo en Viena que en Salamanca o Lima, en todas las mesas donde se discutió el papel de Estados Unidos en el mundo tras la llegada de Donald Trump al poder, o sobre el rol de China en el escenario internacional, se replanteaba la idea de que estamos en la antesala de un nuevo orden global. A mi juicio, ese orden internacional ya existe. Estados Unidos, China y Rusia no amenazan al status quo internacional; ya lo transformaron. El cambio de la política internacional de Estados Unidos, el reposicionamiento de China, como segunda potencia en el orbe, y el regreso de Rusia a los conflictos internacionales son claros ejemplos de ello. A partir de esta realidad, que influye en los pesos y contrapesos de las relaciones internacionales y en una transición de poder (hegemonía), tendremos que preguntarnos cómo se ajustará nuestro país a estas transiciones. Es cierto que en la presente administración se dio una tonalidad dinámica a la política exterior (México como actor global responsable). Pero no sabemos si el simple regreso a principios tradicionales de la política exterior, reflejados en el artículo 89 fracción X de nuestra Constitución Política, permitirá enfrentar los retos de la metamorfosis global. México debe replantear sus capacidades desde diferentes ámbitos y revisar sus alianzas internacionales. Es cierto que nuestra relación con América del Norte es estratégica, pero se debe buscar una ruta crítica, un camino nuevo, hacia la diversificación económica y política. Aquí se destaca nuestro rol en los esquemas existentes en los terrenos multilateral o bilateral, y por ende, de capacidades políticas y de negociación. En el primero, la propuesta de Juan Ramón de la Fuente como embajador de México ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) podría dar la pauta para agilizar la presencia de México en ese organismo. Quizá un protagonismo mayor en las agencias de la ONU, como el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), pueda respaldar las estrategias de México respecto al refugio y las implicaciones de este tema para el país. Otra oportunidad sería la Organización Internacional de las Migraciones (OIM), la cual escudaría a nivel global la agenda migratoria del país en vísperas de una profundización del fenómeno migratorio en América del Norte. Igualmente, recuperar los esfuerzos de cooperación entre el grupo de países denominado MITKA (México, Indonesia, Turquía, Corea y Australia), replantearía el posicionamiento de México en la nueva estructura de poder ante los países en desarrollo, específicamente frente a Brasil dentro de la región latinoamericana. A nivel bilateral entran las alianzas con China, Corea y Japón, con quienes según el futuro canciller debe profundizarse la relación. Sólo esperamos que eso no signifique equilibrar o reducir los déficits comerciales con esos países, sino un incremento real de las capacidades comerciales y económicas de México. Los Acuerdos de Asociación Económica (AAE) han demostrado ser una herramienta eficiente, como el que se tiene con Japón, y donde el capítulo de cooperación internacional para el desarrollo tendrá que ser un parteaguas para la relación. Además, se tiene en puerta el Acuerdo Progresivo TPP-11. Estos instrumentos comerciales pueden ser el inicio de la diversificación y, por ende, de las dinámicas actuales de la transición de poder, que México enfrenta dentro del nuevo orden mundial. * Analista internacionalista