Armando Alfonzo Jiménez: Los derechos humanos como eje vertebral del gobierno

    Durante las recientes elecciones presidenciales recibimos de los candidatos propuestas específicas pero aisladas con relación a los derechos humanos. Ninguno de ellos formuló un planteamiento integral en materia de derechos fundamentales, aun cuando tenemos un sólido contenido constitucional en la materia, derivado de la reforma de junio de 2011. Han transcurrido siete años desde que se logró  tan trascendente modificación de la Ley suprema, y es mucho lo que corresponde realizar para consolidar uno de los aspectos fundamentales de la llamada “democracia constitucional”. La contundencia de los resultados de las elecciones federales y locales coloca al partido vencedor, en este caso Morena, en la gran oportunidad de concretar, en serio, a los derechos humanos como columna vertebral de los gobiernos. Andrés Manuel López Obrador ha anunciado la apertura de una nueva época para nuestro país. Una gran transformación de la misma magnitud que la Independencia, la Reforma y la Revolución. Uno de los aspectos cruciales de este nuevo tiempo mexicano consistiría en dar pasos hacia adelante en el proceso de democratización. Dentro de este proceso, los derechos humanos son parte elemental. Y todos los gobiernos tendrían que asumir esta idea sin escatimarla. Como ha sostenido el jurista florentino Luigi Ferrajoli, los derechos fundamentales son la ley del más débil y, justamente, uno de los principales retos asumidos por el presidente electo ha sido apoyar, como nunca se ha hecho, a los menos favorecidos. Y del mismo modo que en otros tópicos, se requiere del ejemplo y del liderazgo del Presidente de la República. Así como el presidente electo ha dicho que la corrupción se tiene que barrer de arriba para abajo, en el ámbito de los derechos humanos sería deseable que el próximo titular del Ejecutivo Federal mande un mensaje preciso al respecto, y también sería oportuna  la articulación de políticas públicas de gran calado, desde la visión global e incluyente que implican los derechos humanos. Es muy necesario y urgente que el presidente electo, de forma categórica, integre un equipo de trabajo que revise la situación que guarda México en el ámbito de los derechos humanos, además de analizar todos los compromisos que ha asumido con la nación, a la luz del sistema constitucional en la materia. Ese grupo de trabajo podría darle un mejor sentido a los programas, líneas de acción de gobierno y políticas públicas del nuevo gobierno. También podría  impulsar una capacitación a sus colaboradores. Recordemos que el tercer párrafo del artículo primero de la Constitución General de la República establece como obligación de toda autoridad la promoción, el respeto, la protección y la garantía de los derechos humanos. Resulta primordial una cultura de  respeto y fomento de la dignidad humana, la cual por cierto tendría que ampliarse masivamente. Otra acción que podría distinguir al nuevo gobierno, es la instrucción clara de cumplimiento cabal de las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos. Entender la magistratura de opinión que revise el Ombudsman, y colaborar para su fortalecimiento es uno de los requisitos esenciales para consolidar la cultura de respeto de los derechos humanos y la democracia. Una auténtica transformación del país tiene que basarse, sin lugar a dudas, en lo más valioso del ser humano, que es su dignidad.