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El disenso

La invasión de cancha de Pussy Riot le arruinó la fiesta al presidente ruso vladimir putin

OPINIÓN

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La Copa del Mundo de Vladimir Putin había salido adelante sin mayores sobresaltos, tal y como lo había soñado el mandatario ruso. En lo futbolístico tuvo buen rendimiento, mientras que en términos de organización resultó mucho mejor que sus dos antecesoras: Brasil y Sudáfrica. El posicionamiento geopolítico, no obstante, era el activo más importante para un país que históricamente había sido un misterio para el mundo occidental más ligado a la narrativa de EU. Rusia se mostraba imponente, moderna, poderosa y rica; un país que a través de sus dos estandartes: Moscú y San Petersburgo, sorprendió a quienes viajaron físicamente y quienes lo hicieron a través de la televisión e internet. Parecía que lejos habían quedado las críticas hacia un régimen que tiene poca tolerancia para el disenso y la oposición. No obstante, los partidos duran 90 minutos o un poco más, y ahí fue cuando a Putin se le descompuso el juego. Para quienes nos encontrábamos en el estadio, el ingreso de cuatro personas vestidas de policía no significó más que una interrupción que se ha vuelto común en el futbol moderno. Para quienes veían el partido por TV prácticamente no existió, dado que las órdenes de FIFA marcan que debe enfocarse en alguna otra toma para no hacer apología a la invasión de cancha. Después se dio a conocer que el grupo de punk, Pussy Riot, se adjudicó el hecho. Pussy Riot ha sido una de las voces con mayor fuerza en contra del régimen de Vladimir Putin. Sus arrestos y manifestaciones ya no pueden contarse con los dedos de una mano. En esta ocasión se hicieron presentes durante la cúspide de la fiesta de Putin con un hecho que denominaron: “El policía entra al juego”. Al tiempo de ingresar a la cancha, chocar las palmas con Mbappé y dejarse arrastrar por toda la línea lateral hasta ser expulsadas, también dieron a conocer en redes sociales sus peticiones, mismas que incluían la liberación de presos políticos, dejar de encarcelar a personas por darle “me gusta” en redes sociales a publicaciones contrarias al régimen, permitir la competencia política en el país y no fabricar acusaciones criminales en contra de las personas, entre otras. Inmediatamente hubo quienes se alarmaron, argumentando que no existe una congruencia entre aplaudir la manifestación de Pussy Riot y condenar a quienes entran a la cancha buscando abrazar a un futbolista o interrumpir un partido. ¿Es que no hay una diferencia entre quienes quieren aprovechar este escenario para poner el dedo en la llaga y ser sentenciadas a prisión, en aras de pelear por la libertad de otros y aquellos que solamente pretenden alcanzar un logro individual abrazando a su ídolo? Afortunadamente en este espacio tenemos mucho lugar para el disenso, por ello seguiré siempre abogando por lo primero. Esperemos lo hagan ustedes también.