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Infomercial eterno

OPINIÓN

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Como ya lo he comentado en otras ocasiones, desde que era una adolescente y veía Telehit me volví loca con la idea de convertirme en conductora. Como todo sueño, uno piensa que se trata de una decisión o situación específica la que te lleva a alcanzar esta meta. Pasarían muchos años, un concurso y varios programas para sentir que ese es mi oficio. Siempre he dicho que quienes no han hecho millones de notas de color que van desde entrevistar al señor de los elotes hasta ferias del mole y del tamal no se pueden llamar conductores. Porque para mí “conducir” literal consiste en hablar con todos, aprender a escuchar, a jugar, a ponerse en los zapatos del otro y romper cada barrera para ser sólo oídos, palabras e instantes en los que estos se encuentran. Pasé años de mi vida escribiendo mi “show” para Telehit y varios más entrevistando todo tipo de personas, sobre todo músicos que son mis favoritos, hablaba, estudiaba sus caminos e intentaba conectar. Con el tiempo, más que un trabajo literal era una pasión, una manía metiche y una terapia que hacía que siempre me sintiera conectada y acompañada. Con los años pude formar parte de otros formatos e inclusive otras plataformas para comunicar, pensando siempre que mientras mas creciera más podría desarrollar mi chamba. Es una ironía de pronto darse cuenta que funciona de forma contraria, las plataformas sí se multiplican y el impacto es mayor, pero la libertad, tiempo y espacio se reducen. De pronto te sientes un accesorio casi decorativo de formatos que bien podrían servirse de tu punto de vista y de tu estilo por el que se supone te han contratado. La cantidad de espacios publicitarios eclipsa bastante el de entretenimiento y ya ni hablar de la información con la que uno esperaría contar. La manera en la que se han transformado los medios de comunicación nos da pauta no sólo de hacia dónde se apunta el futuro, sino también de los errores evidentes que se siguen cometiendo en los medios tradicionales. La fuerza joven no puede ser acomodada como secundaria y el tiempo no puede ser gastado casi en su totalidad en convencer a la gente de comprar tal producto. La sensación de correr en una carrera contra el tiempo que debiera ser TU tiempo en espacios en los que has sido contratado es una de las cosas que más me ha dolido vivir. A buen tiempo estamos de analizar hacia dónde y cómo queremos seguir nuestras plataformas de comunicación y qué tanto a los que las dirigen les interesa que exista esta comunicación. Como una servidora a la cual este oficio le ha dado absolutamente todo, lo ansío y extraño. Ojalá estemos a tiempo de voltear a esta extraña administración y seamos capaces de cambiarla a tiempo. Recordar que lo que se paga es esa interlocución humana y no el catálogo de productos adornado por segundos de palabras.