El viernes tuve el gran honor de estar presente durante la entrega del Premio Nacional de Deportes y al Mérito Deportivo, evento que se realizó en el Salón Adolfo López Mateos de Los Pinos, donde nuestro presidente, Enrique Peña Nieto, hizo entrega de estos premios anuales. Para mí resultó muy emotivo estar ahí, ya que recordé con gran alegría aquel día cuando mi mamá recibió en manos del Presidente, el primer reconocimiento post mortem que honró la trayectoria de mi papá. Don José soñó con ser reconocido en México de manera oficial, lo cual nunca sucedió, y es por ello que ese Premio Nacional de Deportes fue un gran significado para nuestra familia. Y precisamente ese día, dimos por concluido el proceso de luto, tras su muerte.
En esta ocasión, mi gran amigo, el Hijo del Santo, recibió en compañía de su familia el premio post mortem en reconocimiento a la trayectoria del más grande luchador de la historia de México y del mundo, el legendario Enmascarado de Plata, El Santo.
También fue galardonado el ingeniero Carlos Slim, quien por medio de su fundación brinda una plataforma de apoyo al deporte en México. Me honro en poder confirmar sus acciones, ya que su programa Ring Telmex-Telcel cumplió 10 años de brindar becas con mensualidades para boxeadores; con el objetivo de que se dediquen de lleno a su carrera y tengan los medios para nutrirse y subsistir, sin tener que recurrir a uno, dos o hasta tres trabajos. También este programa otorga a familiares de 27 campeones mundiales del pasado una pensión vitalicia y seguro de gastos médicos.
El medallista olímpico y ahora ejemplar impulsor y promotor del deporte, Daniel Aceves, también lo recibió. Y, entre otros premios, Tomás Balcázar, abuelito de Javier Chicharito Hernández, conmovió a todos los asistentes al momento de recibir el premio a nombre de su nieto, quien actualmente se prepara para representar a México y poner nuestra bandera en alto.
Apoyo a entrenadores
Deseo compartir mi felicidad de iniciar un nuevo concepto para reconocer a los entrenadores de los boxeadores. Es evidente que el pugilista aún y cuando tiene facultades y habilidades que son necesarias para conquistar la gloria, es también un hecho que atrás de un campeón está el trabajo de su entrenador. En la mayoría de los casos es el entrenador quién descubre al campeón, y lo hace desde niño, dedicándole años de trabajo, inclusive, como una figura paterna.
El Consejo Mundial de Boxeo instituyó un premio de honor para el entrenador, así como al campeón que recibe el cinturón verde y oro. A partir de mayo de este año, al entrenador que haya formado al campeón de nuestro organismo se le hará entrega de un cinturón especial, que simula ser la toalla que tradicionalmente vemos a los entrenadores portando en su hombro durante las peleas. Estamos muy entusiasmados con este nuevo concepto y ésta fue una idea que nos llegó del hijo de un legendario campeón,
Aaron Pryor.
Recuerdos
En la historia del boxeo recordamos con gran cariño a algunos de esos legendarios entrenadores que lograron construir carreras gloriosas. Lamentablemente dejaremos fuera a muchos que merecen ser mencionados:
Charley Goldman, quien forjó a
Rocky Marciano, Jack Blackburn a
Joe Louis, Cus D’Amato a
Mike Tyson, Jackie McCoy, Amílcar Brusa, quién nos dio al grandioso
Carlos Monzón; Ray Arcel y
Gil Clancy, así como los mexicanos
Lupe Sánchez y
Don Pancho Rosales, entre otros…
Los destacados
Algunos integran una lista muy selecta en la que no cualquiera puede aparecer, y los más grandes entrenadores de la historia, quienes llevaron al campeonato no a uno, sino a varios grandes del boxeo, son:
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Angelo Dundee: Muhammad Ali, Sugar Ray Leonard, entre otros.
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Emanuel Steward: Tommy Hearns y muchos más del gimnasio
Kronk.
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Arturo Cuyo Hernández: Incontable el número de grandes campeones mexicanos y extranjeros.
Anécdota de hoy
Mi papá estuvo ligado al boxeo desde su niñez, y en realidad se puede decir que llegó a ser uno de los personajes con mayor conocimiento en la historia de este deporte. Aunque yo muchas veces no aprecie ese hecho, reconocido por otras personas. Recuerdo que
Don José en muchas ocasiones platicaba con los boxeadores, aún a escondidas de sus entrenadores, para evitar celos o molestias, ya que mi papá les daba consejos de las cosas que veía necesarias: mejorar en su guardia, su técnica o en su estrategia.
Don José le reclamaba a
Julio César Chávez, ya que él veía que su hijo
Julio César Jr. no le enseñaban a aprovechar sus características, físicas al ser mucho más alto y de brazos más largos que
Julio padre, y en sus combates normalmente hacía pelea de cuerpo a cuerpo, imitando a su papá, quien sí tenía éxito golpeando abajo y usando la técnica del contrataque. Mientras que el
junior pudiera haber usado su
jab para mantenerse a distancia y preparar la derecha. Un día
Don José le dijo a
Chávez que pusiera a su hijo frente a un costal y, con una venda, amarrara el brazo derecho al cuerpo y que así tirara solamente el
jab una y otra vez.