uando uno ve que Manuel Espino logró colar a su gente en las candidaturas de Morena para esta elección, pese a ser uno de los principales detractores de Andrés Manuel López Obrador, uno cree haberlo visto todo. Pero pensemos en nuestra ridiculizada clase política y confiemos que aún nos dará muchos momentos para los memes y la sátira. Por ahora, revisemos dos momentos emblemáticos que pintan de cuerpo entero la antipatía que le profesó en voz alta el agrio Espino a AMLO.
rgulloso de haber logrado la presidencia de la Organización Demócrata Cristiana de América, el 11 noviembre de 2006, Espino llamó a inaugurar la sede en México de esa organización para el 26 de enero de 2007. Medio centenar de líderes de partidos de más de 20 países se dieron cita para escuchar a Espino, en uno de sus gesticulares discursos sobre frenar el populismo, y a sus representantes principales en la región, como Hugo Chávez y López Obrador.
éxico recién salía del proceso electoral de 2006, aquel en el que Espino y el gobierno federal lanzaron una cruzada –casi literal, si se sigue la analogía acorde con sus convicciones cristeras– contra AMLO y sobró la narrativa del miedo con lo de “es un peligro para México”. Su discurso de enero de 2007 se escuchaba bajo el contexto de que el PAN frenó el populismo chavista, ya que el Tribunal Federal Electoral, de impresentable imagen desde entonces, le dio la Presidencia a Felipe Calderón por 0.56 puntos porcentuales.
rador nato, Espino soltó en aquella ocasión: “En México, el populismo tuvo un carácter muy efímero, fue algo que deslumbró momentáneamente y que ahora parece apagarse. Si hoy fueran las elecciones, el PRD y López Obrador tendrían menos de 50 por ciento de lo que obtuvieron en las urnas”.
espués, en 2015, ocho años más tarde, Espino sostendría su discurso anti-AMLO, asociando su figura al riesgo de creer en las bondades del populismo asistencialista. Fue el periodista Miguel de la Vega quien lo expuso. En su entrevista dominical Toma y Daca, en el diario Reforma, Miguel cuestionó a Espino su travestismo político. Logró rebanarle un par de preguntas con un corte tan fino, que el duranguense las tragó sin dificultad y sin advertir que lo estaba comprometiendo por si acaso, en el futuro, había que entramparlo con sus propias palabras (no es que le importe mucho la coherencia a Espino).
ncluyo aquí lo publicado el 16 agosto de 2015: –Dado que está con Movimiento Ciudadano, ¿se ve en el 2018 sumándose a AMLO? – preguntó Miguel. –No, porque representa una opción populista, demagógica y autoritaria. No me espanta la alternancia hacia la izquierda– le respondió. –¿Andrés Manuel no es Bachelet, no es Mujica?-, insistió el entrevistador. –No, López Obrador es una mala réplica de Hugo Chávez– remató. Corte A: el anuncio de Espino, el sábado pasado, de que apoyará la candidatura presidencial de AMLO. ¡Zaz! Joya.
o podríamos tacharlo de cínico. Los cínicos fueron una corriente de pensamiento filosófico en la Grecia antigua que promovía desmarcarse de las comodidades materiales del mundo y despreciar las riquezas, a cambio de la felicidad a toda costa, desde una perspectiva crítica, explotando el sarcasmo y la ironía.
tro es el adjetivo que ameritan las personas amantes de comodidades y regalos, a costa de la coherencia de su pensamiento y principios. Otra es la palabra, que revela este CRUZ Y GRAMA.
Domingo 12 de Enero de 2025