La semana pasada López Obrador publicó una carta en la que dijo con todas sus letras que de llegar a la presidencia aplicaría un modelo económico de hace 60 años llamado “Desarrollo Estabilizador”. Este modelo estuvo en práctica de 1954 a 1982, y aunque tuvo un periodo de auge en el que hubo alto crecimiento con baja inflación, su implementación más allá de su vida útil condujo a una crisis profunda que le costó al país décadas de atraso.
Este modelo económico del que AMLO es admirador tiene las siguientes carecterísticas:
El modelo es estatista, el gobierno juega un papel de rector y jugador principal de la economía. En ese periodo se crearon 144 entidades paraestatales y el gasto de gobierno se incrementó 14 veces al pasar de 7.9 mil millones de pesos en 1954 a 109.3 mil millones en 1970. El incremento de este gasto se destinó en buena parte al gasto administrativo (burocrático) y a subisdios generalizados que poco o nada hicieron por reducir la pobreza. AMLO propone incrementar el gasto de gobierno con ocurrencias como la descentralización de las secretarías hacia los estados.
Se fomentó una economía de amigos, se subsidió y benefició a empresas privadas con negocios vinculados al gobierno, como se muestra en un comunicado conjunto de 1960 en el que El Secretario de Hacienda, Antonio Ortiz Mena (artífice del modelo estabilizador) y Raúl Salinas Lozano, Secretario de Industria y Comercio (padre de Carlos Salinas de Gortari) reconocen que “a solicitud de los propietarios privados [el gobierno ha] tomado a su cargo el riesgo de hacer prósperos esos negocios sin reparar en el costo que vaya a originarse ni el tiempo que transcurra en su consolidación, evitando la desaparición de fuentes de trabajo”. ¿Le gustará a nuestros empresarios imaginarse a Monreal, Polevnsky y Batres decidiendo en una junta qué empresa será exitosa y cuál no con criterios políticos?
Se aumentó la desigualdad, el Estado producía bienes intermedios a precios bajos que crecían a la mitad del ritmo que crecían los productos manufacturados, permitiendo ganancias de hasta 100% solo por el efecto inflacionario, a la par que no había mejoras recíprocas en la masa salarial de los trabajadores.
Control corporativo de los sindicatos y organizaciones ligadas al PRI. Para obtener los beneficios sociales del gobierno se tenía que pertenecer a las organizaciones populares del PRI y así ejercer un poder vertical. AMLO de cara a las elecciones se alió con Elba Esther Gordillo y Napoleón Gómez Urrutia, para continuar con el corporativismo, sólo que en vez del PRI, ahora será de Morena.
Proteccionismo arancelario, la proporción de importaciones sujetas a medidas arancelarías se incrementó de 28% en 1956 a 60% en los años 60´s y a 70% en los 70´s, esto se traduce en precios más caros al consumidor.
Obviamente, las contradicciones de este modelo no fueron sostenibles y la crisis era inminente. Para finales de los años sesenta, México tenía que cambiar de modelo, pero hubo dos presidentes a los que, como a AMLO, el país les quedaba chico para ser simples servidores públicos y querían ser héroes patrios: Echeverría y López Portillo. Estos dos personajes también tenían en la soberbia su debilidad máxima y no cambiaron el modelo a tiempo, lo que llevó a México a la bancarrota: hiperinflación, deuda, devaluación, escasez, atraso tecnológico, deterioro ambiental, crecimiento urbano sin orden, inseguridad pública y muchos otros problemas. Lo único a lo que no se atrevieron Echeverría y López Portillo fue a amenazar con “llevar a consulta popular” su propia reelección, como López Obrador sugiere que hará “cada dos años”, sin especificar hasta cuando.
Resucitar el “desarrollo estabilizador” en 2018 es como querer conectar a Netflix una vieja y obsoleta televisión blanco y negro de 1970 y esperar que las imágenes sean de alta definición y el sonido envolvente. Se trata de una verdadera receta para una crisis que no sólo afectaría a México, sino que, en una era global, tendría repercusiones mundiales tal y como nuestro colapso en 1982 impactó a todas las naciones en desarrollo. No cabe duda: quien no conoce ni entiende la historia, está condenado a repetirla.
Miércoles 22 de Enero de 2025