En 2013, se promulgaron una serie de reformas que buscaron transformar el sistema educativo, reorientándolo a la garantía del derecho a una educación “de calidad”, entendido como “el máximo logro de aprendizaje de los educandos” (CPEUM, 2017). Sin embargo, transformar el sistema educativo implica un cambio en prácticas reales en el aula, en las oficinas administrativas y burocráticas y en la sociedad misma.
Hace unos días presentamos el estudio La escuela que queremos (disponible sin costo en: www. mexicanosprimero.org), que examina con evidencia el aterrizaje de estas reformas en los sistemas escolares. Más allá de conclusiones sencillas sobre “la reforma educativa”, busca entender dónde estamos para trazar una ruta adecuada hacia el futuro que queremos.
A cinco años de las reformas, aunque todavía falta, no estamos hoy donde estábamos en 2013. Existen procesos y mecanismos que no existían. El Servicio Profesional
Docente coordina las trayectorias profesionales de las y los maestros; hay procesos transparentes de ingreso y promoción al servicio docente; y tenemos un instituto autónomo para la evaluación de la educación y un programa nacional (PLANEA) que mide el progreso en el aprendizaje en cada escuela.
Se reconocen cosas que no se reconocían. La formación docente es más efectiva entre pares y dentro de la escuela; los docentes nuevos tienen derecho a tutoría; el liderazgo escolar requiere de un perfil y una formación específicos; y responder a la diversidad implica fortalecer la autonomía escolar.
Se ha convocado a personas a participar en nuevos procesos y espacios. Cientos de miles de maestros han participado en procesos de formación y evaluación; las familias han tomado un papel más activo en los procesos escolares; y se invitó a involucrarse en la construcción de un nuevo modelo educativo.
Se está poniendo orden al sistema educativo.
Se ha transparentado y depurado la nómina docente federal para que los recursos lleguen a los que están en las escuelas; se llevó a cabo el primer censo educativo; están en desarrollo un sistema de información educativo (Siged) y un Servicio de Asistencia Técnica a las Escuelas (Sate).
Se ha invertido más. Se ha apoyado la gestión escolar en más de 64 mil escuelas y etiquetado más de 35 mil millones de pesos para mejorar la infraestructura de 56 mil escuelas de educación básica.
No reconocer estos avances sería darles la espalda a todos aquellos que han apostado y se han esforzado por transformar el sistema educativo – desde maestros, directivos, estudiantes y familias, hasta organizaciones sociales y funcionarios.
Hay que reconocer que todavía no estamos donde necesitamos estar. Los mismos avances nos han generado desafíos y a esto nos dedicaremos la siguiente semana.
JENNIFER L. O’DONOGHUE
DIRECTORA DE INVESTIGACIÓN, MEXICANOS PRIMERO
@JENNODJOD
@MEXICANOS1O
Lunes 20 de Enero de 2025