Si bien es cierto el presidente Donald Trump exentó a nuestro país, por el momento, del pago de aranceles en las exportaciones de acero y aluminio al mercado norteamericano, “por circunstancias especiales que existen”, no podemos cantar victoria porque “no cierra la puerta a la posibilidad de rescindir la exención en cualquier momento”, advierten investigadores del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques, del Senado de la República, en un interesante estudio donde analizan las consecuencias para la industria y el panorama del comercio internacional.
Para México, la susodicha exención arancelaria significa, por lo pronto, que al menos 50 mil empleos que podrían haber sido potencialmente perdidos en la industria siderúrgica se mantendrán. Pero México no quedará completamente libre del impacto que esta medida estadounidense tendrá en los flujos de comercio en la industria a nivel mundial, resultado del encadenamiento productivo internacional, agregan los autores del estudio, quienes documentan:
“Basta recordar que del total del acero que se produce en el mundo, el 13% está destinado a la industria automotriz que, como se sabe, es un puntal de la industria mexicana y uno de los temas contenciosos en el marco de la renegociación del TLCAN. Así, el potencial impacto a México podría darse por dos vías que tienen que ver con las importaciones de acero y aluminio con las que trabaja la industria automotriz mexicana. La mayoría de estas provienen de Estados Unidos; sin embargo, si a su vez éstas son reexportaciones que fueron importadas en primer lugar hacia territorio estadounidense desde un tercer país al que sí se le aplique el arancel, los costos para la industria mexicana se incrementarían. A su vez, si la industria mexicana utiliza acero importado de un tercer país para fabricar automóviles que se exportarán a Estados Unidos, se corre el riesgo de que – aún si el proceso respetase las reglas de origen vigentes del TLCAN – Washington recurra al argumento político de que México está sirviendo de país puente para otros exportadores que buscan evitar el arancel, y actúe en consecuencia.
“Espero que Canadá y México tomen las acciones necesarias para evitar fungir como países de tránsito de importaciones provenientes de terceros países hacia Estados Unidos”, advirtió Trump el día que nos otorgó la comentada exención del pago de aranceles. O lo que es lo mismo, “nos dejó la víbora chillando”.
Vale la pena hincarle el diente al análisis del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques.
Por cierto, justo cuando el secretario de Economía, Ildefonso Guajardo preparaba en el “cuarto de junto” la entrega del tesorito para evitar que Estados Unidos cancelara el TLC y “nos pusiera a parir chayotes”, se escuchó una voz que le dijo: ¡Aguántate las ganas Ildefonso! Parece ser que nuestros “partners” ya aflojaron un poquito en el tema de las reglas de origen. ¿De verdad? ¿O sea que ya no vamos a tener que entregar nada? Preguntaron los perplejos. ¡Por ahorita nada, por ahorita! Podría responder el señor secretario.
Luis Soto