Mucho hemos escrito en este espacio en El Heraldo de México sobre vehículos autónomos, avances tecnológicos, redes inalámbricas con velocidad 5G, interconexión vehicular y, en general, sobre el futuro de la motorización y un nuevo modelo de movilidad sustentable hacia el futuro.
Hemos venido dando cuenta también de diferentes ciudades, marcas o empresas, e incluso países que han comenzado los procesos de prueba con autos autónomos en diferentes zonas bien delimitadas, hasta se habían dado fechas para que los autos sin chofer comenzaran a operar.
La teoría es que, en La Gran Manzana, desde donde escribo estas líneas, en 2020 hubiese servicios de taxi con autos autónomos, de hecho, Uber sería la primera en establecer una red de este tipo de vehículos. Todo estaba marchando —literalmente— sobre ruedas, y sólo se esperaba la implementación de la red 5G para completar la ecuación y comenzar la transición. No obstante lo anterior, esta semana sucedió un accidente en Arizona, donde una mujer de 49 años perdió la vida por causa de un Uber autónomo que no frenó al toparse con la ciclista que atravesaba la calle en una zona no permitida.
Sin importar este factor al que los conductores nos enfrentamos en más de una vez al día, el Volvo XC90 de prueba venía tripulado por un humano que veía su celular en el momento justo del incidente. Este hecho fatal —y temido por todos— detuvo las pruebas de vehículos autónomos en todo el mundo. La reflexión de hoy gira en torno a qué tanto este hecho retrasarán la entrada de vehículos autónomos a la vida cotidiana del mundo, y hay varias preguntas y respuestas por analizar: ¿Esta lista la infraestructura para que los autos autónomos funcionen? Sí, en países desarrollados muy selectos, en México hay muchísimo por hacer.
¿Hay legislación homologada para deslindar responsabilidades? Está en desarollo.
¿Está dispuesto el público a adquirir un auto, o utilizar un servicio así?
¿Quién es responsable en caso de un accidente, el dueño, o la empresa constructora?
¿La inteligencia artificial ya funciona y permite que las máquinas vayan aprendiendo?
Cada día va mejor, pero como este caso deja claro, no existe la posibilidad de prueba y error cuando hay vidas de por medio.
¿Qué parámetros tomará una máquina para decidir quién pierde y quién conserva su vida? Seguramente entre los lectores de El Heraldo habrá opiniones diversas. La realidad es que los avances e investigaciones sobre los vehículos sin conductor siguen a paso firme, pero hay incidentes que quizá detengan a los humanos a pensar en si estamos preparados o no para que las máquinas piensen por sí solas, aprendan y, eventualmente, dominen el mundo…
JRZ