Violencia a las mujeres en la UNAM

La realidad demuestra que reprobar a violencia hacia las mujeres o decir que la Universidad Nacional Autónoma de México promueve la equidad, incluso elabora un Protocolo para la atención de casos de este tipo de violencia es insuficiente. El caso más reciente es la agresión que sufrió la estudiante de la Escuela de Trabajo Social.   Las alumnas de la UNAM han realizado desde hace unas semanas diversas acciones para denunciar la violencia cotidiana que sufren en las instalaciones universitarias, hace casi un año el rector Enrique Graue presentó el informe de resultados del Protocolo para casos de violencia de género, era un reporte anual de agosto de 2016 a junio de 2017. El tema es tan importante para la Universidad que las cifras no se han actualizado.   Aseguró que el informe era una “parteaguas en la estrategia universitaria en contra de la violencia de género”, lo único que se partió es el cascarón de medidas con que han envuelto el acoso y la agresión a las mujeres. Tan sólo en el mes de marzo en la  Facultad de Filosofía y Letras se promovió un paro de actividades, en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales cerraron las instalaciones y pusieron nombre y apellido a los acosadores, esta pendiente que la directora Angélica Cuéllar diga algo sobre el secretario técnico de la carrera de Comunicación, David Navarrete.   De acuerdo con el rector Graue el Protocolo sería una “guía estratégica en la toma de acciones y diseño de políticas para la prevención, atención y erradicación de la violencia de género”. Si lo tenía tan claro, porqué no lo hizo.   Ese informe dice que en el periodo referido hubo 234 personas que presentara una queja ante el Subsistema Jurídico de la UNAM, la mayoría de las afectadas, el 45.9 por ciento, eran mujeres entre 18 y 24 años; le seguían las que se encuentran en el rango de 25 a 35 años de edad con un 23.5 por ciento.   El 80.8 por ciento de las quejas la hicieron alumnas, el 9 por ciento personal administrativo, el resto se trataba de personas externas. Cuando las mujeres señalaban a los agresores, casi la mitad el 47.8 por ciento ubico a estudiantes, el 24.1 por ciento a maestros y 12.8 al personal administrativo. O sea, más de una tercera parte es personal que trabaja en la Universidad.   En este universo de denuncias, más de la mitad indica que sufrió violencia sexual, desde abusos, acoso y hostigamiento.   A partir de las denuncias la UNAM tenía reportados a 203 agresores, pero 13 no pudieron ser identificados y otros 14 eran externos, así que la cifra se redujo a 176 para poder iniciar procedimientos sancionatorios. Pero el número se hizo más chico, hubo tres desistimientos, en seis no encontraron elementos, en uno se decidió no iniciar procedimientos, en dos se vencieron los plazos y 14 eran ubicados como pendientes, quedaban 150, pero sólo el 67 por ciento fue sancionados o resueltos en un “procedimiento alterno”.   Es momento de que Tribunal Universitario y la Rectoría tomen en serio el tema.