La semana pasada participé en un Foro en Guadalajara, Jalisco, organizado por la Secretaría de Relaciones Exteriores, la Secretaría de Economía y la Universidad UNIVA con el tema central de la Alianza del Pacífico: Integración Latinoamericana y Movilidad Académica, que está en consonancia de promover la diversificación comercial del país ante la actual coyuntura comercial en América del Norte.
Este mecanismo data de 2013, cuando los presidentes de México, Enrique Peña Nieto; Chile, Sebastián Piñera; Colombia, Juan Manuel Santos, y Perú, Hollanta Humala; acordaron, en el marco del mecanismo Alianza del Pacífico, alcanzar el libre mercado, con lo que eliminarán 92% aproximadamente el arancel al intercambio comercial, los obstáculos técnicos al comercio y consolidarán una colaboración aduanera.
Con el arancel cero, los miembros del bloque se beneficiarán del acceso seguro de sus productos y servicios. Su objetivo, de acuerdo con la Declaración de Lima, es formar un bloque comercial de integración para la libre circulación de bienes, servicios, capitales y personas en la región y sirva de plataforma para una mayor vinculación económica con Asia Pacífico.
La ventaja de este mecanismo es su naturaleza pragmática e híbrida que se aleja de los pasos que sigue la teoría de la integración económica tradicional para dar paso a un esquema innovador que se adapta a las necesidades
de los países miembros.
Ante la pregunta de si la Alianza del Pacífico puede contribuir a la integración de Latinoamérica real, mas no espiritual, me parece que abona a la estrategia de la diversificación de las relaciones económicas de México, sin embargo, para lograrlo se tendrán que incrementar los esfuerzos de promoción de las ventajas que ofrece este tipo de mecanismo.
Sus alcances están alineados también a una estrategia geopolítica. Desde una perspectiva de la teoría realista, la Alianza del Pacífico ha contrarrestado la influencia de Brasil y Venezuela en el marco del Mercado Común del Sur y de Unión de Naciones Sudamericanas que marcó la división de América Latina en dos proyectos económicos, políticos y sociales distintos, que de continuar su tendencia hacia el regreso a la derecha de dos países que tradicionalmente no lo estaban, tal y como lo han demostrado los acontecimientos en Brasil y Argentina (caída de Dilma y Cristina, respectivamente y ascenso de un modelo económico abierto).
Se puede ubicar a México en el marco de la Alianza del Pacífico; como un destino para la diversificación de nuestras exportaciones a través de la incorporación gradual de la Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) a la cadena de valor intra-Alianza y como un mecanismo o instrumento de balance geopolítico regional. Ojalá que la Alianza del Pacífico esté presente en la nueva narrativa de nuestra relación con América Latina, que es parte de nuestra zona natural de influencia económica y política. Una reactivación de nuestra diplomacia cultural (poder suave) dará paso al acercamiento comercial no sólo con los miembros de la Alianza, sino será la punta de lanza para regresar a la región. De eso no me queda la menor
duda.