El intento para que ciudadanos sin partido -“independientes”, pues- pudieran ser candidatos a la Presidencia resultó un fraude. El problema no es que Margarita Zavala, Armando Ríos Peter y Jaime Rodríguez, “El Bronco”, queden fuera de la boleta de la elección presidencial. El problema no es que hayan quedado públicamente exhibidos como tramposos. El problema es la decepción de que alguien ajeno a los partidos políticos podía convertirse en presidente.
El verdadero problema es que se confirmó la desesperanza en los políticos y los partidos. El problema es que para los ciudadanos ajenos a la política, todos los políticos son iguales, todos son corruptos, todos buscan solo satisfacer sus ambiciones de poder y de dinero. O sea, no hay nadie capaz de romper el secuestro en el que nos tienen los partidos políticos.
¿Por qué secuestro? Porque son los únicos que hacen política, son los únicos que participan en elecciones, son los únicos que hacen las leyes, son los únicos que gobiernan. Para ser más claro: son los dueños del monopolio del poder y del sistema para llegar al poder.
Mucho se cuestionó a Margarita Zavala, Armando Ríos Peter y Jaime Rodríguez, “El Bronco”. Se les criticaba que ninguno era totalmente independiente y que todos tenían un pasado partidista. Cierto.
Ahora, ¿qué va a pasar con las candidaturas independientes? ¿Fue debut y despedida? ¿Van a desaparecer? De lo que no hay duda es de que todo el proceso y reglamento actuales debería echarse a la basura y quemarlo. Si la idea es continuar, hay muchísimas cosas por hacer y mejorar. Para empezar, habría que eliminar la inequidad monstruosa contra los candidatos independientes. Es muchísimo más fácil formar un nuevo partido político que buscar una candidatura sin partido. Quien quiera formar un partido político puede hacerlo fácilmente. Tiene mucho más tiempo y recibe recursos públicos. El aspirante a una candidatura independiente ni tiempo, ni dinero, ni nada. Nada.
Menudo lío tienen por resolver el INE y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Ya varias voces piden que se registre a todos los aspirantes de una candidatura independiente. También piden desconocer todas las firmas. Supongo que las autoridades no cometerán semejante locura. Algo tendrán que decidir y lo único garantizado es que habrá muchas inconformidades.
¿Qué confianza tendrán aquellos que piensan votar por algún candidato independiente? ¿Se permitirá aparecer en la boleta presidencial a quien haya hecho trampa? Porque no se trata de que hayan hecho poca o mucha trampa. ¡Son tramposos y punto!
No solo eso. Presentar firmas apócrifas constituye un delito electoral. ¿Alguien presentará una denuncia ante la FEPADE? ¿Se seguirán las investigaciones hasta sus últimas consecuencias sin importar de quién se trate? Son preguntas que aún no tienen respuesta.
Lo verdaderamente urgente es romper el secuestro de la política por parte de los partidos. No será fácil, ni será pronto, pero urge.
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