¡Perdimos a 'Mayito”!

Después de leer las declaraciones de Mario Vargas Llosa sobre el riesgo de que México pueda regresar a una “democracia populista y demagógica” si “ya sabes quién” gana las elecciones presidenciales, algunos observadores políticos objetivos e imparciales exclaman: ¡Lo perdimos, lo perdimos! ¿Será porque “ya no le sube el agua al tinaco”? Preguntan los malosos, quienes recuerdan el madrazo que nos puso cuando se refirió a  la “dictadura perfecta” del viejo PRI del Siglo XX. “México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México (…) Tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido”, declaró en 1990 Vargas Llosa, el mismo que ahora advierte que “Sería muy trágico para México, donde algunas cosas andan mal, pero otras bastante bien… que los ciudadanos votaran por el populismo, la demagogia y las recetas fracasadas”. ¡Defínete manito, defínete! Piden los espectadores políticos al escritor peruano nacionalizado español, quien antes era medio izquierdoso y hoy vive como príncipe en Madrid. Para quienes lo hayan olvidado, incluyendo a Vargas Llosa, entre los que encabezaron la “dictadura perfecta” destacan:  Miguel de la Madrid Hurtado fue una sombra fantasmal que desde su refugio de Los Pinos enfrentó como pudo, y pudo muy poco, la tormenta económica, financiera, política y social que se inició en el sexenio de su antecesor y que arreció durante su administración. Carlos Salinas de Gortari. Aprendiz de político maquiavélico, tortuoso, retorcido, cabeza de un gangsteril clan de parientes y amigos que asaltaron a placer las arcas públicas, represor brutal de sus opositores --600 izquierdistas asesinados durante su administración, aunque el presidente dijo cínicamente: "Ni los veo ni los oigo"--, megalómano, encumbrado en el ficticio Olimpo creado por sus fantasías y luego derrumbado por la realidad del fin de su sexenio: asesinatos sucesivos de un cardenal de la Iglesia Católica,  además del surgimiento de la rebelión en Chiapas del Ejército Zapatista. Ernesto Zedillo Ponce de León. El presidente del "error de diciembre" que provocó la grave crisis financiera en 1995, que generó, entre otras cosas, millones de pobres. A Zedillo, sin embargo, hay que reconocerle que acabó con “la dictadura perfecta” cuando echó al PRI de Los Pinos, y sentó las bases para crear la democracia imperfecta. Y recordar las infinitas vergüenzas de un presidente que jamás debió haber llegado al poder: Vicente Fox Quesada. Infausto personaje de mala telenovela, que desperdició de manera increíble la oportunidad histórica de convertir la alternancia de partidos en el Poder Ejecutivo Federal --del PRI al PAN-- en un borrón y cuenta nueva que abriera en el país horizontes libres de autoritarismo hegemónico, y que sepultara los usos y costumbres priistas.  Fox repitió los peores comportamientos del priismo y agregó al catálogo los suyos propios, entre ellos la ridícula intromisión de su esposa en asuntos de Estado. De la incapacidad de Felipe Calderón y su esposa Margarita Zavala, quien ahora quiere ser presidenta mejor ni hablamos porque vamos a terminar llorando. Entre los nombrados y los populistas y demagogos, ni a quién irle, pues.