Ricardo Anaya ambiciona gobernar México, pero no gobierna ni el PAN, el partido bajo su control que padece una incesante hemorragia de dirigentes y militantes en todo el país.
No hay día en que un panista desista de seguir el amorfo proyecto de Anaya, que ha hecho de la exclusión una divisa.
Aunque las imposiciones con las mayorías que construyó no han provocado una fractura espectacular, hay una sangría lenta que quiere compensar con sus aliados de PRD y Movimiento Ciudadano.
La hemorragia del PAN --una diáspora, si se prefiere-- no es sólo de figuras prominentes como la aspirante presidencial Margarita Zavala, el expresidente nacional Germán Martínez, ni de los senadores Gabriela Cuevas, Luisa María Calderón, José María Martínez y Javier Lozano, sino de dirigentes estatales y locales.
El 5 de marzo, renunció al PAN el diputado yucateco Joaquín Díaz Mena, quien ha ganado por mayoría la alcaldía de San Felipe, una diputación local y otra federal. Como candidato a gobernador, en 2012, obtuvo 429 mil votos contra los 530 mil del priista Rolando Zapata.
Anaya no cumplió un pacto con el “Huacho” y le dio la senaduría a Raúl Paz Alonso, presidente estatal del PAN implicado en “moches” y recién divorciado de Cecilia Patrón, directora de Desarrollo Social de Mérida y hermana de Patricio el exgobernador.
Pero como el caso del “Huacho”, en otros estados es evidente la sangría del PAN: En Sonora, tierra del dirigente nacional, Damián Zepeda, renunció la diputada Célida López, Bernardeth Ruiz Romero, exdirigente juvenil, y María del Rosario Quintero Borbón, excandidata en Alamos, y antes lo había hecho Gustavo de Unanue.
En Nuevo León renunció la exsenadora Judith Díaz Delgado, la exdiputada Verónica Sada, la diputada local Karina Barrón y Miguel Angel García, presidente de ese partido en Monterrey y exalcalde de San Nicolás, entre muchos otros.
En Coahuila, también en el norte, renunció el diputado federal César Flores, de Monclova, en Torreón la regidora Verónica Soto Díaz, y Claudia Andrade Elizalde, de Piedras Negras.
En Baja California Sur renunciaron el diputado federal Ernesto Ibarra y María Elba Lombera, exdelegada SEP, mientras que en Campeche se fue el excandidato a gobernador Juan Carlos del Río y la exdiputada Ana Paola Ávila.
Del otro lado del país, en Chiapas, se fue del PAN el diputado local de Tapachula Francisco Javier Hernández Morales y el exdirigente estatal Víctor Manuel Méndez.
En Michoacán y Jalisco hay una desbandada que alcanza a Guanajuato, donde renunció la exdiputada federal Ruth Esperanza Lugo y Julio Di Bella Roldán.
En el pequeño Colima renunció Gabriela Benavides, alcaldesa de Manzanillo, y en el gigante Estado de México salieron la exalcalesa de Tlalnepantla Ruth Olvera, el exalcalde de Toluca Juan Rodolfo Sánchez Gómez y la exdiputada local Gabriela Gamboa.
En Querétaro, de donde es Anaya, renunció el exregidor Antonio Navarro Cárdenas, desde mayo de 2017, pero es día en que sigue apareciendo en el padrón del PAN que supuestamente ya está depurado.
Y faltan, aún, los gobernadores…