Clausura ciudadana de Porfirio Díaz 66

El miércoles 7 de marzo a las 8:30 am un grupo de vecinos de la colonia Nochebuena se dieron cita en frente de una construcción sobre la calle de Porfirio Díaz 66 para protestar en contra de la obra y para externar su rechazo al método urbanístico empleado por el gobierno de la Ciudad de México y el gobierno delegacional para aprobar este tipo de proyecto, agresivo con el entorno, sin mediar consulta ciudadana alguna. La protesta era una expresión de enojo por la obra y una demanda de que el sentir ciudadano debiera contar a la hora de aprobar, o desechar, estos proyectos que agreden en muchos sentidos al entorno comunitario. ¿Cómo se dio este proceso? De repente en algún día cualquiera empezó la construcción, como suele suceder en demasiadas ocasiones por toda la delegación Benito Juárez. Con indicios de autorizaciones y permisos de construcción que habla de años de tramitaciones realizadas en la oscuridad de oficinas gubernamentales, de repente un buen día aparecen camiones, excavadoras y muchos trabajadores laborando conforme a un diseño aprobado, aunque desconocido, excepto por unos cuantos. En un primer momento el habitante de la zona y los transeúntes no pueden adivinar qué va a construirse. Paulatinamente va tomando forma un enorme edificio de por lo menos 8 pisos, con una sólida estructura metálica para soportar lo que pudiera ser un helipuerto en el techo de la edificación. ¿Los permisos otorgados incluirán permisos federales para el aterrizaje y despegue de helicópteros? En virtud de que la edificación de tan notable edificio se realiza sobre una vía secundaria, el efecto de su presencia en el entorno urbano, aún en construcción, es impactante. La Nochebuena, una pequeña colonia ubicada entre Porfirio Díaz y el Eje 6, por un lado, y Augusto Rodin e Insurgentes por el otro, siempre había sido una zona apacible y esencialmente residencial, con pequeños negocios que responden a la naturaleza misma de sus moradores: pequeños cafés, restaurantes, misceláneas, tintorerías, etc. Es una colonia ubicada entre dos zonas de intenso tráfico: entre el Parque Hundido, que fue una ladrillera que produjo los materiales de construcción destinados para las colonias Roma y Condesa, al igual que la Plaza de Toros y el Estado Azul que también fueron ladrilleras hasta los años cuarenta y que se sitúan al otro lado de la colonia. Su atractivo siempre giró alrededor de su ubicación privilegiada por encontrarse cerca del Parque Hundido para el aprovechamiento y esparcimiento de sus habitantes y, al mismo tiempo, dada su cercanía a los ejes principales de comunicación de la ciudad, como Insurgentes y el Eje 6 Tintoreto, que llega desde el Periférico, como vía rápida. Existe, urbanísticamente, una lógica que sostiene la importancia de resguardar y cuidar las colonias que son enclaves residenciales a pesar de estar rodeadas de vías primarias de comunicación con otras áreas de la ciudad. La combinación de áreas residenciales por un lado y zonas comerciales por otro hace posible que una ciudad conserve su habitabilidad y rostro sustentable. Por cierto, otra colonia que enfrenta el mismo fenómeno es Crédito Constructor, también en Benito Juárez, que evitó convertirse totalmente en una simple vía de paso rápido cuando se cerró la entrada a la calle de Minerva desde Río Churubusco, protegiendo en algo el carácter residencial de una pequeña colonia enclavada entre múltiples vías rápidas, a pesar de la instalación de oficinas y restaurantes en varias casas, todas de dudosa legalidad. ¿Por qué sucedió esta clausura ciudadana en la Nochebuena? Porque la autoridad ha ignorado y desechado la necesidad de tomar en consideración la opinión de la ciudadanía a la hora de aprobar proyectos de este tipo. Es común constatar que la autoridad ignore a los vecinos, incluso ante la eventualidad de enfrentar protestas significativas (¡ojo Be Grand!). Esto, porque la “estrategia urbanística” de la autoridad es seguir expulsando población del centro de la ciudad y seguir poblando o la periferia capitalina o de plano los municipios del Estado de México. En el caso de la colonia Nochebuena ha sido frecuente escuchar el comentario de sus habitantes al expresar el sentir de que “lo que quieren (las autoridades) es que nos vayamos de aquí”. No hay nada peor que sentir las presiones y agresiones de la autoridad para que uno abandone su proyecto de vida, su hábitat y sus tradiciones ante el acoso de intereses inmobiliarios fuera de control. La transformación del espacio urbano es necesaria e inevitable, porque las ciudades son entes vivientes y en constante evolución. Nada es estático en un ambiente urbano. El problema se presenta cuando esa transformación se da sin planificación alguna, sin una mirada al largo plazo y sin la participación y anuencia de la comunidad. Cuando la evolución urbana se da en un entorno de caos, entonces no es desarrollo, sino implosión. POR RICARDO PASCOE ricardopascoe@hotmail.com @rpascoep