Ante el Partido Encuentro Social, López Obrador dijo que su gobierno elaborará una Constitución Moral para “establecer las bases para una convivencia futura sustentada en el amor y en hacer el bien para alcanzarla verdadera felicidad”. Dijo que “Jesús manifestó con sus palabras y sus obras su preferencia por los pobres y los niños. Para muchos, Jesús es amor”. El líder del PES declaró que AMLO es el nuevo “Caleb” que está a punto de conquistar el Monte Hebrón.
Hay quienes sugieren que la inspiración para esta propuesta proviene de la Cartilla Moral de Alfonso Reyes, y que esa fuente originaria se acerca a los preceptos juaristas sobre la convivencia entre las personas y los pueblos. Sin embargo, el origen ontológico de la propuesta de AMLOproviene de otro lugar, menos gene
roso: de la convicción judeocristiana sobre la superioridad de su fe sobrela de otros. Con esto, el concepto juarista del Estado laico, significando tolerancia a la diversidad, quedó borrado del ideario de Morena.
Hitler construyó su gobierno sobre la premisa de que los judíos crucificaron a Jesús y que la sociedad “exigía”una acción para desterrar ese agraviode mil años de antigüedad. En su opinión, el Holocausto era una acción éticamente justificable, destinado a iniciar un nuevo ciclo histórico de la humanidad, donde la reconciliación
sería posible, habiendo desterrado la perversión judía. Para su instrumentación, esa impronta ética requería un Estado autoritario, capaz de vencer cualquier resistencia y, para legitimarse, dotado de un programa de bienestar social. La democracia y los
partidos políticos eran los obstáculos evidentes en esa ruta histórica, y fueron consecuentemente destruidos.
Stalin también odiaba a los judíos, pero su idea-guía venía de otro lugar: el Estado debía controlar todos los medios de producción como vía para la subordinación de la sociedad y el partido al bien histórico del socialismo y al Estado. La democracia y los partidos de oposición merecían nada menos que la muerte. Su propuesta era ética: la Revolución era para liberar a los pobres de su servidumbre y ayudarlos a encontrar el camino verdadero a la felicidad. El Estado tenía la misión ética de matar a todo aquel que se resistiera al logro colectivo de la felicidad del proletariado en la tierra. Y mató a millones.
Mao Zedong promovió la Revolución Cultural en China entre 1966 y 1976 como instrumento para promover la lucha contra las “desviaciones”pro capitalistas dentro de la sociedad.
Su objetivo era que todos aceptaran el contenido del Libro Rojo de Mao. Cualquier oferta fuera de este ideario era vista como traición a la ética revolucionaria y contrario a la felicidad del pueblo. En el camino de la Revolución Cultural quedaron millones de vidas destruidas mientras el modelo del Estado autoritario con partido único continúa imponiendo una sola verdad.
Alrededor de los mismos años, la Revolución cubana, con su líder único, empezó la campaña de la “parametración” de la sociedad, pero especialmente orientado hacia los intelectuales, escritores, y trabajadores de la cultura.
Estos parámetros definieron lo que podían decir, leer, escribir, cantar y con quién podían tener sexo, a fin de que su quehacer estuviera encaminado a asegurar la felicidad de los trabajadores y los campesinos. La “parametración” sirvió para perseguir y encarcelar a personas por sus ideas, sus acciones u orientación sexual, justificado por un régimen de partido único que no aceptaba ideas diferentes a las oficiales.
La propuesta de una Constitución Moral revela a un López Obrador colocado en total sintonía con experiencias estatistas previas o actuales, a partir de una motivación de superioridad religiosa excluyente y autoritaria. Expresa la insólita idea de que la felicidad debe definirse en un documento público y que sea de aplicación obligatoria. Se le dirá al pueblo mexicano qué puede hacer, con quién y dónde, para ser feliz. Para eso el líder deberá afianzarse en el poder, como benefactor autoritario del pueblo, para dirigir al país por rumbo que él decida. Ya definió el objeto de odio del pueblo -la mafia del poder- para canalizar los resentimientos sociales y para obviar que la democracia no es el instrumento adecuado para asegurar la felicidad del pueblo. También creó un partido antidemocrático con ansias de convertirse en partido único.
En vez de un régimen democrático basado en instituciones democráticas, ofrece un gobierno basado en una sola persona, poseedor de verdades que desafían cualquier cuestionamiento, con puestos públicos ocupados por incondicionales suyos, incluyendo las fiscalías autónomas, y motivado por un sectarismo religioso intolerante. Dirá que no son importantes las instituciones, sino las ideas. Detrás de la oferta brilla una idea autoritaria y antiliberal. Juárez ha muerto,
inesperadamente.
POR RICARDO PASCOE