De creer a la prensa estadounidense, varios de los principales miembros del gabinete del presidente Donald Trump tienen la ingrata tarea de calmar las aguas y subrayar que la política de su país no ha cambiado pese a los mensajes del mandatario.
Funcionarios como el Consejero de Seguridad Nacional, H.R. McMaster; el Secretario de Estado, Rex Tillerson; el Secretario de Defensa, James Mattis, o el Director Nacional de Inteligencia, Dan Coates, parecen dedicados a señalar pública y privadamente que los Estados Unidos siguen fieles a los compromisos adquiridos en los últimos 70 u 80 años.
En una u otra forma, todos ellos han hecho afirmaciones en conferencias en las que han matizado, o contradicho de plano, señalamientos del presidente Trump. Entre los puntos más recientes se encuentra una conferencia de seguridad europea, en la que McMaster dijo a sus oyentes que el compromiso estadounidense con la seguridad europea y el Tratado del Atlántico Norte (OTAN) es irreversible. Según The Washington Post, McMaster afirmó incluso que hay evidencia "incontrovertible" sobre los intentos rusos de interferir en las elecciones estadounidenses, en una abierta divergencia con Trump, que por su parte ha restado importancia a la supuesta participación de Rusia, tal vez o seguramente con un ojo puesto en las afirmaciones sobre su legitimidad como presidente.
La mayor reacción de Trump hasta ahora ha sido llamar la atención sobre ángulos a los que esos funcionarios no dieron suficiente énfasis: en el caso de McMaster, por ejemplo, su olvido en señalar que no hay evidencia de que los resultados de la elección hubieran sido afectados.
Hace un par de semanas el Secretario de Estado,Tillerson hizo una gira por América Latina para tratar de dar seguridades a varios países, México incluido, del compromiso estadounidense, y advertirles de los riesgos representados por lo que describió como el interés ruso en interferir en las elecciones nacionales como frente al canto de sirena del comercio con China. Los mensajes de Trump hacia Latinoamérica han sido más bien todo lo contrario: en cierta forma han parecido más destinados a alejar a los países de la región que buscar o mantener su amistad.
Puede ser que se trate de una forma de retornar a los intereses básicos estadounidenses sin que Trump tenga que disculparse o anunciar lo que sería un brusco cambio de política.
Después de todo, no hace mucho tiempo que Trump expresó la disposición de dar marcha atrás y adherirse a un Acuerdo TransPacífico de Comercio y Prosperidad (TPP) bajo condiciones adecuadas. Pero él mismo descartó el TPP en los primeros días de su gobierno. La formulación agrega otra capa de confusión a una situación complicada. El que miembros del gabinete contradigan o corrijan públicamente a su jefe, aunque sea para subrayar principios fundamentales de la política estadounidense, habla volúmenes de la situación en Washington.