Las pifias de la PGR y del sistema penal no sólo permitieron una serie de privilegios para Elba Esther Gordillo, sino que le dieron todas las facilidades para que pudiera retomar el control de una parte importante del poderoso sindicato de maestros, al grado de que estuvo a nada de arrebatar las riendas que tiene el gobierno federal sobre ese gremio.
Después de casi cinco años, el pasado 8 de febrero la profesora logró el beneficio de la prisión domiciliaria en su departamento de Polanco, lugar que convirtió en centro de operación para, en primera instancia, armar toda una estrategia encaminada a dinamitar la reelección de Juan Díaz de la Torre como líder del SNTE.
Por ahora, fracasó, porque los maestros del ala oficial aprobaron la reelección en un proceso al que le antecedieron una serie de recursos legales e impugnaciones promovidas y armadas por gente cercana a la maestra, entre ellos Rafael Ochoa y Venancio Morales.
No lograron tirar a Díaz. Lo que sí, es que lo dejaron en una situación en extremo vulnerable. El SNTE se partió entre quienes lo apoyan y entre quienes simpatizan con el grupo de la maestra, quien, a su vez, creó movimientos internos formando estructuras para apoyar la campaña de Andrés Manuel López Obrador.
Y es aquí donde cobra relevancia el erróneo papel que para el gobierno federal ha jugado la PGR y el Poder Judicial, porque sus trámites y recursos permitieron que Elba tuviera manga ancha para hacer y deshacer.
Le entregaron en bandeja de plata una prisión domiciliaria que más bien se convirtió en un salvoconducto para construir la red en pro del tabasqueño.
El antecedente más cercano sobre algo parecido ocurrió el año pasado durante las elecciones para gobernador en el Edomex, donde las huestes de la maestra, encabezadas por su yerno Fernando González, también tejieron redes para apoyar a la morenista Delfina Gómez, y les metieron un susto.
Desde aquel momento el gobierno sabía que doña Elba había tocado los tambores de guerra, y a pesar de eso dejaron correr el juicio legal en su contra, pero concediéndole prácticamente todo lo que pedía.
Hoy, demasiado tarde, quieren ponerle un estatequieto, restringiendo su margen de maniobra en su departamento, cortándole comunicación hacía el exterior e impidiendo que reciba a sus operadores.
Pero el daño ya está hecho. El nieto, el yerno y sus personeros están metidos hasta la cocina con el abanderado de Morena.
Esta batalla la tienen perdida el PRI y el gobierno. Y no es para menos: el tributo que la maestra está dispuesta a rendir a López Obrador ronda el millón de votos, cantidad que bien vale la pena para sumar e inclinar la balanza en la elección del 1 de julio.
Y pase lo que pase, con su proceso judicial en ciernes, de confirmarse la tendencia de prácticamente todas las encuestas electorales, Elba Esther ya ganó perdiendo.
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Y como dice el filósofo… Nomeacuerdo: “La perseverancia es la virtud por la cual todas las otras virtudes dan fruto”