Un refrán afirma que "toda la política es local".
Y es claro que un político siempre atento a su siguiente puesto tiene o debe tener el oído "pegado al suelo".
Pero también que en un mundo tan globalizado como el actual, donde lo que pasa en la política doméstica de una nación tiene impacto en otras y donde –como en política básica–, contactos y alianzas con y en otros países nunca están de más.
Sin embargo, para ser un país con una economía tan globalizada y tantos intereses internacionales como México, podría parecer sorprendente que el aparato político mantenga una actitud tan localista que hace recordar aquel refrán que "fuera de México todo es Cuautitlán".
Se puede atribuir a ceguera, a posiciones políticas, a ese sentimiento de autosuficiencia que hace de nuestros políticos, presidentes y candidatos presidenciales incluidos, tan pequeños cuando salen del país. Incluso a venganzas político-personales. El hecho real es que no es raro que al final, las embajadas en el exterior sean usadas como premio o como exilio y que raramente haya interés, sino de forma excepcional, en ocupar posiciones en organismos internacionales.
Esos puestos pueden parecer poco interesantes, incluso poco atractivos para políticos en activo, aunque a veces resulten una gran solución para otros en lo personal y hasta un recurso importante para países que tienen propuestas de largo plazo.
Para el caso es lo mismo. Habría que preguntar si México puede darse el lujo de ignorar, perder o privarse de posiciones internacionales cuando más necesita de cámaras de resonancia.
Son pocos, muy pocos, los organismos internacionales encabezados por mexicanos: Ángel Gurría en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Agustín Carstens en la Gerencia General del Banco de Pagos Internacionales (BIS); puestos menores en el Banco Mundial, el FMI y el Foro Internacional de Energía.
Figuran especialmente dos mujeres: Alicia Bárcena, Secretaria Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), y la senadora Gabriela Cuevas, ahora independiente y por largo tiempo militante del PAN, electa en octubre pasado para presidir la Unión Parlamentaria Mundial, por un periodo de tres años.
Lo malo es que Bárcena fue electa en 2008 para un periodo de diez años que concluye este año. Pero Cuevas, electa para presidir por 3 años una organización fundada en junio de 1889 y que actualmente reúne a los parlamentos de 178 países, termina su labor legislativa este año.
Y de acuerdo con las reglas de la organización, debe ser retirada o sustituida por otro miembro del Comité Ejecutivo, a menos que continúe en la legislatura.
Existe por supuesto la limitante de que en México no hay reelección. Así que a menos que Cuevas llegue a la Cámara de Diputados, tendrá que decir adiós al puesto, y quién sabe cuándo habrá otro miembro de la legislatura mexicana en posibilidad de llegar ahí.