Jorge Alberto López Lechuga: El precio de tolerar las armas nucleares

Este mes, el gobierno de EU publicó su Nuclear Posture Review (NPR) con el plan de aumentar el rol de las armas nucleares en su seguridad nacional. La NPR llama a duplicar el gasto militar de 3% a 6 o 7% para modernizar su arsenal (una inversión de un billón de dls en los próximos 30 años) y afirma que esta estrategia garantizaría la longevidad del arsenal de EU y que le daría al presidente una mayor gama de “opciones nucleares”. La NPR menciona la intención de disponer de armas nucleares de bajo poder explosivo para incrementar la capacidad de respuesta ante un posible ataque, incluso cibernético, y así lograr que la disuasión nuclear de EU sea más creíble para sus adversarios. Mientras las armas nucleares sean más ligeras, su impacto será percibido como más “tolerable” y la probabilidad de usarlas aumentaría. Aun así, las bombas “ligeras” son mucho más poderosas que las utilizadas en 1945. La NPR menciona que las amenazas del siglo XXI no tienen precedentes: armas de destrucción masiva, ataques cibernéticos y terrorismo. Agrega que esos factores producen incertidumbre y riesgo, lo que justifica la existencia de armas nucleares. Cabe preguntarse si estas armas no son una amenaza, la más grande. Lo que genera más incertidumbres es enfrentar amenazas del siglo XXI con estrategias del siglo XX: la noción de seguridad basada en la posible aniquilación de la humanidad. Si estamos en un mundo de amenazas e incertidumbres, las armas nucleares no tienen cabida en él. La mera existencia de estas armas, sin importar quién las posea, es una amenaza para todos, incluso para sus poseedores. Entre las hipótesis del uso de armas nucleares, los países que las tienen mencionan el riesgo de la supervivencia del país, generalmente ante posibles ataques nucleares. La NPR ampliaría la gama de escenarios, lo cual haría más permisible el uso de armas nucleares. Claro está que el problema no se limita a EU, ya que hay otros ocho países con armas nucleares, pero el arsenal norteamericano es probablemente el más poderoso. Ante ello, es muy probable que el resto de los poseedores se vean incitados a también buscar aumentar su potencial nuclear. Se mantiene la idea generalizada de que un mundo sin armas nucleares es todavía inconcebible y que estas armas pueden protegernos. Hace 51 años, los países latinoamericanos y caribeños se opusieron a dicha idea y mediante el Tratado de Tlatelolco establecieron la prohibición de las armas nucleares en nuestra región, el 14 de febrero de 1967. El exitoso modelo creado por Tlatelolco: Zona Libre de Armas Nucleares se ha expandido a 114 países. En julio de 2017, en Naciones Unidas se concluyó el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares, un instrumento abierto a todos los países. El Tratado de prohibición entrará en vigor cuando 50 países lo ratifiquen. México ya lo hizo. 122 países, 63% de la membresía de la ONU, apoyaron el tratado. El instrumento no garantizará el desarme nuclear de inmediato, pero la prohibición es un paso necesario, al crear una norma jurídica de Derecho Internacional. No es sorpresa que los países con armas nucleares y sus aliados se opongan al tratado de prohibición. Afirman que no será efectivo sin la participación de los países con armas nucleares. Pero, si creen eso, entonces ¿por qué se oponen tanto a él? Quizá porque reconocen que el tratado estigmatiza a su principal instrumento de poder.