Haz tu denuncia aquí

Spotify 2018: Sin miedo a nada. Ya nadie tiene gustos culposos

OPINIÓN

·
 

Ayer Spotify liberó la posibilidad de obtener un resumen de lo más escuchado durante 2018 en las cuentas de los usuarios y esto, obviamente, hizo arder por un rato las redes sociales. Algunos postearon que su año estuvo de “oso” y que mejor, por esta vez, se abstendrían de publicar los resultados que entregó la plataforma; otros, con todo el orgullo del mundo subieron de inmediato las viñetas para dar fe que proyectos como Arcade Fire, Metallica, Dua Lipa, Radiohead, Drake, Cardi B, Mijares y Post Malone marcaron su año con tremendos hits.

El asunto es que todo el mundo publicó lo que más escucharon durante 2018. Al parecer, el fenómeno de que los demás se enteren de nuestras intimidades continúa vigente. En cuestión de popularidad la música tiene sus propias reglas, pero hay veces donde la tecnología y la evolución de los algoritmos rompen con una lógica que ha funcionado por años y ahora todo es de todos, nos guste o no.

Spotify reveló que las canciones más escuchadas el trap, el reggeatón, el pop y  el rap fueron los géneros musicales dominantes con el canadiense Drake como punta de lanza. La canción God's Plan fue un verdadero “bombazo” que nadie pudo para. Y esta no fue la primera vez que el cantante tuvo el primer puesto; en 2015 y 2016 ya había arrebatado los mejores lugares en el listado.

Durante la década de los 90 y de 2000, algunos tuvimos que padecer (y ejercer para ser honestos) una suerte bullying musical, algo que a la vuelta de muchos años encuentro infantil e innecesario. Junto con el grueso de mis amigos en la escuela –o en el barrio donde crecí– solíamos molestarnos y señalarnos, sin piedad, si alguno se atrevía a escuchar o a declarar públicamente que nos gustaba alguna canción de pop o de algún otro género que no tuviera nada que ver con el rock and roll.

Una de las principales características en las generaciones llamadas millennial y centennial es la seguridad con la que deambulan por todas partes exponiendo sus gustos gastronómicos, cinematográficos y, obviamente, musicales. Esto me parece un verdadero logro, ya que ir por la vida escondiendo la música que nos gusta es inmaduro, molesto y límitado. Resulta increíble que, en pleno 2018, aún hay personas que limitan sus gustos musicales –por lo menos públicamente– con tal de mantener una supuesta “reputación”.

Actualemente toda la industria musical opera totalmente diferente como lo hacía hace 10 años. Los métodos de grabación, el software, los sistemas de reproducción y la promoción ahora tienen como única base las redes sociales y las plataformas digitales, las cuales ofrecen opciones gratuitas y de grandes alcances.

Las bondades que ofrece la tecnología y la programación de hoy en día son enormes. Ahora tampoco es necesario lanzar un sencillo para saber si el disco tiene futuro o no. Tijl De Bie, un especialista en inteligencia artificial de la Universidad de Bristol, desarrolló un programa informático que predice si un tema será un éxito o un total fracaso.

Este software consiste en un análisis exhaustivo de los títulos y las listas musicales británicas del último medio siglo para poder valorar las posibilidades de que una nueva canción triunfe o no. Este programa contempla veintitrés características del corte, como la longitud y el tempo, por mencionar algunas, y otras más complejas, como un cambio de ritmo sin lógica, el volumen natural de los instrumentos o la capacidad con la que cuenta para hacer bailar a alguien.

En 2016 el New York Times publicó una crítica sobre un disco de Ed Sheeran donde se mencionaba que el artista inglés es una clara prueba de que los algoritmos sí puden definir el éxito de una canción o de un artista. La publicación especializada Pitchfork afirmó en el mismo año que los grupos ahora suelen trabajar sobre fórmulas  comprobadas y con el más mínimo esfuerzo al momento de componer.

Definitivamente una máquina nunca podrá igualar el sentimiento o la capacidad de un ser humano para crear una buena canción, pero lo que sí es un hecho es ya vivimos en un tiempo en donde nadie esconde sus gustos musicales y, por el contrario, los presume en todo momento.

Por Julián Téllez